SEA cual sea la acción, crear o recrear, con la palabra tan solo podemos llegar a "participar", a "captar" de forma momentánea. De pars capere, hacer que otros formen parte de lo que tenemos dentro o participar nosotros de lo que otros llevan dentro. Es la circunferencia del centro indudable. Lo demás sobra, no es natural.
Dice Heidegger: "Nadie puede tomarle a otro su morir". El morir como un acto absolutamente individual, que no se puede más que transmitir. Pero, si la muerte no se vive, ¿qué transmitimos de ella? Un objeto verbal que suscita sentidos y significados para cada individuo. La muerte será muerte misma para cada cual y, sobre su significado, proyectaremos la experiencia estética y vital que poseamos. Nada sabemos de la muerte, como nada sabemos de la poesía. Solo conocemos su manifestación real a los ojos lo que, en puridad, es engaño. A pesar de ese engaño, no todos los poemas están orientados hacia el engaño. manifestaba machado que el poeta verdadero se orienta hacia el misterio, tal que Hölderlin, "hacia lo incierto". En efecto, quiuzás la poesía no es más que estación primera en un sendero oculto.
Así la poesía, el arte todo, diríamos, una vivencia no vivida que solo se transmite en una forma externa que debe hacer partícipe al interlocutor de su esencia.
Sí volvió de la muerte y nos la contó. ¿Con palabras? No huibiera sido lo que es ahora Orfeo. cuando regresa del ultramundo nos lo cuenta con la música. Ya dijimos aquí que el poeta pertenece a la estirpe de Orfeo. Esa es la razón prístina de todas estas palabras.