jueves, 4 de junio de 2015

ESTA TRAVESÍA...la primera vez que pude leer no lo recuerdo; tampoco el primer paseo por los jardines de tu memoria. Estás y no estás, mundo inquieto, y tengo la percepción de que el mundo no existe más que en la etérea mirada y consciencia del individuo. Todo deja de tener color al cierre de los párpados, todo deja de poseer piel cuando mi hija deja sus manos sobre las mías, todo es manifiesto y tácito excepto el todo y quizás, esto mismo que un hombre urde en su soledad, no sea más que una tilde mal colocada en un verso rítmico y armónico o en un orden desconocido. 

Un caminante y predispuesto al paso sin brújula. Como decía Baudelaire: "Je vais me coucher sur le dos". "El fin de la jornada se titula el poema" y es una simbiosis entre el fin del día cuando se convierte al fin de la vida. La noche es calma y eso supone refrescar el alma. El poeta trata de esconderse en las tinieblas, pero también sacudir su cuerpo y su consciencia de los reflejos falsos de su cuerpo. 

Tal que Petrarca ("la afinidades electivas de Goethe, el azar objetivo de Breton, las razones indudables de la poesía) en el Triunfo de la muerte, la noche es el tiempo de las revelaciones:
[...]
"  corría el fresco  aire del verano
que con la blanca amiga de Titono
el velo de los sueños clarifica"