TUVISTE entre tus manos la fortuna
y la gracia perpetua de los astros.
Tu claridad convoca el pensamiento
diáfano y redondo del laurel.
Las figuras que dabas en los muros
en carne viva hablan con los muertos.
Las ideas que tiñes con mesura
tan claramente abren un abismo
en quien contempla el sueño de los montes.
Tú sabías
que tenías un don a lo divino,
que dabas en lo humano con la espalda
inalterable y blanca de lo eterno.
"Aquí, yaciendo, Rafael de Urbino
de quien naturaleza temió ser
vencida y que al morir él murió ella
como duerme la noche entre las piedras",
Pietro Bembo dejó en el sarcófago.
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