"UNFORGETTABLE" de la Manhattan Jazz Orchestra para recordar París. Los paseos vienen a la memoria con largas cabelleras de melancolía. Lo primero, en el café Marly, en aquel soportal infinito por el que tanto he deambulado y leído y escrito como indeleble gota de sangre ya por siempre.
El Marly al atardecer, en el momento de la luz en la piedra. Recuerdo la camisa de algodón azulada y el corbatín de pequeños lunares blancos; el bolígrafo de Campo di Marzio y la Moleskine encima de la mesa. La escena estaba arropada por el humo de unos Gauloises que fumo solo cuando estoy allí, en aquel lugar, en París quiero decir, donde la escritura y la lectura no se acaban nunca.
Es como una vieja trompeta que cada vez suena mejor, que su afinación ha ido conformándose después de tantos años de trabajo, de dignación, de respiración artificial sobre su cuerpo. Cosa parecida le sucede a los paseos por París, a la ciudad misma, cuando la retomo en la cabeza, en estas tardes de sonido y calidez.
Es como esta música de ahora, My Follish Heart, que impregna de un bienestar la sala, este salón de libros y ensoñaciones. Aquí, quedo, con el cuerpo rendido a la sentencia del tiempo, trato de seguir escribiendo las lecturas cuando, en el fondo, lo único que hago es escribir la vida.