UNA GRAN extrañeza con todo: un alejamiento repentino de acciones habituales, palabras que recrudecen los recuerdos, una alevosía imaginada en la vida de los otros, la manía de seguir leyendo y escribiendo, de proseguir edificando un discurso literario, vital, en cualquier caso, de entereza ante los días venideros, con toda la fortaleza para erguirse más allá de mis días.
Vivo un giro perpetuo, una transformación de los que me rodean. O quizás soy yo internamente el que percibe la realidad con otros parámetros, con la cascarilla del tiempo, con la oxidación de lo previsto. Amo a ciertos individuos, los tengo por necesarios para la vida. El alejamiento me provoca turbación y una melancolía profunda, acaso un derrumbe interno.
Sigo leyendo con mucha lentitud. Escribiendo con la permuta que va sufriendo todo. Todo parecía dispuesto con la naturaleza de lo interminable y es esa una lección para la vida. Todo muda, todo se desvanece, todo se desfigura a pesar de nosotros mismos.