viernes, 18 de enero de 2019

Poesía del individuo.

"Hay pensamientos y sermones colectivos, pero no hay una poesía colectiva", define Hermann Hesse en Lecturas para minutos. Encuentro en esa afirmación una forma muy ajustada de lo que opino sobre el fenómeno literario; más aún, la pobreza literaria actual tiene en esta confusión uno de sus males más virulentos. 
El sermón, el panfleto, la orgía política y social de pensamientos, la mixtura de ideas, pertenecen todas al prejuicio banal de lo superfluo. Y se trasladan al ámbito artístico sin más dilación que la que otorga la ignorancia y el desprecio por la cultura que nos ha hecho ser de esta forma. 

Comencé a escribir un cuaderno titulado El pastor en la roca; está encima de la mesa del trabajo, es verde oliváceo, marítimo, y presenta decoraciones con las partituras de Schubert, con motivos de Der Erlkönig, un lieder delicioso y de cuerpo entero. El cuaderno lo agarro cada cierto tiempo como quien espera el alba de la lentitud y de la armonía. Escribo en él fragmentos, ideas, notas de lectura, poemas incipientes que la mayor de las veces terminan en nada, en magma apagado o flor marchita. Sin embargo, en esa decrepitud del cuaderno hallo la mansedumbre del tiempo, acaso la vital sugestión de parecer mortal y vivo, latente y concorde en el mundo. 

***

Para concluir la mañana, al filo del mediodía recito en susurro los siguientes versos de un autor que en nuestra literatura no ha alcanzado, todavía, la dimensión que poseen sus obras, Claderón de la Barca.

SEGISMUNDO- (Jornada tercera. Escena 10), La vida es sueño, Calderón de la Barca.

"Cielos, si es verdad que sueño,
suspendedme la memoria
que no es posible que quepan
en un sueño tantas cosas"

Si es verdad que este sueño y este desvelo
de la vida es desmemoria