martes, 11 de agosto de 2020

Con Leopardi y San Agustín en la tarde.

 LEPOARDI,  al final del poema L´Infinito:

[...]

"Così tra questa

inmensità s´annega il penser mio:

e il naufragar m`è dolce in questo mare".

En efecto, un naufragio "dulce", avivado por la humildad diaria de saberse mortal.

***

A poco que uno lee los textos de San Agustín, sobre todo, Confesiones, cae en la cuenta de que está leyendo un texto que sobrepasa los límites del ensayo, de la confección de un ejercicio de memoria, de biografía ficcional o sacra de un individuo. El texto es un prodigio de envergadura, escrito, por lo demás, con una fabulosa capacidad de manifestar la naturalidad virtuosa del escritor. 

Sucede que se confunden los estilos del escritor: los que creen que con la escritura de un texto de edificación gramatical compleja ,-a veces, rozando el solipsismo, en todos sus planos,- es suficiente para lograr una obra de literatura o, más cursi aún, alta literatura y los que apelan a la falta de precisión, la ausencia de selección lingüística de todo tipo porque dicen que responden a un empuje social de la literatura. Ausencia esta que pone en evidencia la falta de un pensamiento, una idea primigenia en la creación. 

Entre una y otra, en ese deliro de algunos, se encuentra la naturalidad del escritor que lo es sin forzar la naturaleza de su lengua ni el devenir de su pensamiento más que con templanza y dedicación de orfebrería.        

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