domingo, 9 de agosto de 2020

Tiempo de existencia plena

PORQUE encuentra uno un pálpito interno en la lectura como si estuviera participando de una corriente sinuosa, continua, secreta que contuviera lo que realmente somos y estamos siendo. La palabra y los libros como extensos territorios de supervivencia, como decía, Quevedo, extensos desiertos de eternidad. Un aliento por encima de toda circunstancia, como una melodía inexorable al tiempo, a la propia existencia contenida en la palabra, en la música, en el discurso de cada volumen.  

Porque nos encontramos en un momento en que vivir debe convertirse en la forma prioritaria de entenderlo todo; y vivir es amar, respirar, leer, contemplar, dar tus días a la familia sin miramientos. Y en esa falla contemporánea que se agranda y resquebraja a cabalgadas es en la que debemos mantener el equilibrio personal frente a todo, sin más demoras y sin más concesiones.  

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Estos días vuelvo a encontrar el asidero, el centro indudable del que no debo apartarme más a pesar de la vida: leer, escribir como si fuera otro el que habita mis días. En esa conjunción hallo lo justo para seguir siendo sin más ni más.

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Si bien es cierto que las relaciones interpersonales se están transformando, las que mantiene el individuo con los estamentos sociales va de suyo; la falta de autoridad moral y ejemplaridad provoca que los individuos dejen de mantener su compromiso más allá de lo que corresponde.

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La Cultura en general, -como fenómeno que incluye Educación, Sociedad, Artes, Ciencia...- ha sido, desde hace mucho y en la actualidad, de interés para una minoría; y esa minoría silenciosa es la que lee, estudia, hace evolucionar las sociedades a pesar de sus dirigentes.

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EN la palabra latina "res" el ser en un espejismo de la cosa.


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