viernes, 21 de noviembre de 2014

APRENDO con E. que soy un intruso en su vida, que el que distorsiona su limpia realidad -compleja, polifónica, sin tiempos, natura- soy yo. El hombre traza un camino de cargas y marros que lo emborrona todo. A poco que estoy con ella, los objetos vuelven a brillar cuando los mira, el aire se vuelve penetrante, la luz, en su silencio, cabalga sobre nuestros cuerpos con una danza misteriosa y sinuosa.