martes, 11 de noviembre de 2014

IMBUIDO en las cancelas de la noche ya todo me parece casi una llovizna. Tengo el retrato de Castiglione enfrente de mí; los cuadernos configuran una suerte de puzzle enigmático; papeles, carpetas, libros, apuntes a mano. Un escenario para la ausencia.  
Repaso las acciones del día, las medito, las valoro. Someto a la reflexión los acontecimientos consuetudinarios de la literatura. No soporto sus miserias, los aledaños repletos de chamarileros. Todo me parece un canto monótono y de pesadumbre, pero no me fustiga el ánimo, antes lo incendia de fervor y pasión por la literatura y la vida. 

En la pila de libros resalta el lomo de Ovidio, Tristes y Pónticas. Nec te purpureo velent vaccinia fuco 
que no te envuelvan los arándanos con su color rojizo...canta al comienzo de Tristia ora tan puro ora tan natural. Así empezaba el poema que comencé a escribir el otro día y que no sé en qué estado se encuentra. ¿Puede que lo eliminará? Y vuelven las cancelas de la noche a abrirse de puro meditar.