TODO lo que se nombra en poesía es real. Por este motivo, no tiene sentido poético afirmar que existe una poesía realista. Antes al contrario, es una evidencia, un pleonasmo, una redundancia conceptual.
A partir de este punto, tendríamos que dirimir qué entiende el poeta por realidad, qué consciencia posee de la misma. En este caso entran en liza elementos filosóficos, existenciales, culturales. Depende la concepción de la realidad que se posea, el poeta deseará que su edificación poética responda a la misma con recursos estéticos. Así, la monodia hiperreal imperante, -de la que entiende que en una lavadora, en un detergente, en un sofá, en un cigarrillo o un café o en nombrar un correo electrónico hay poesía. ¿Y Platón? ¿y Virgilio? ?Y Horacio? ¿Y Rilke? ¿Y...?
Así las cosas, existe una relación interna entre la realidad y la poesía que sucede gracias al poeta, a la polifonía visual del poeta. Son, en esas obras, en las que mejor suena el armonioso meditar del mundo en la palabra.