THE NOISE OF THE TIME de Julian Barnes es una obra contemporánea que ofrece el desarrollo de un tema antiquísimo. Barnes es uno de esos autores a los que uno quisiera imitar cuando comienza a escribir prosa de ficción, pero de los que sabe que leerlo es entrar en el modelado de la imitación. Una escritura propia, con recursos estilísticos singulares y, sobre todo, con una perspectiva de los temas que responden a su condición de británico pero mixturado con la cultura europea y latina.
Descansa otro libro apilado que asoma el hocico, Semper dolens Historia del suicidio en occidente de Ramón Andrés, el mejor ensayista de las letras españolas en la actualidad, el más profundo y esencial, el escritor que admiro como lector desde hace años y el mortal que entiende la realidad, -el suicidio, la música, la ciencia, la filosofía-, como dominante en el devenir de la condición humana.
Y me pregunto, con la lectura y ahora que suena Corelli, ¿qué queremos decir cuando decimos "ser" nosotros mismos"? Antes al contrario, no somos más que sucesiones, cambios, metamorfosis. En el dogma cristiano, Dante explicaba que después de la muerte no recuperamos el cuerpo hasta el Juicio final. Como escribió mi admirado Quevedo: "Bien sé que soy aliento fugitivo".
Dante le solicita a Virgilio, en el primer contacto, que le aclare si es "sombra u hombre". Esa distinción es una clave oculta en la lectura de la Commedia del escritor italiano, pues a partir de esa identificación, nos situamos en una realidad u otra de la vida y la muerte.
En el arte de leer encuentro artificios para el arte de vivir. la fe en la palabra es la fe en el cambio del ser. Transformar la realidad incisamente parece la forma natural más similar a la vida, pero, ¿qué hay de la muerte en todo y de la ideas de la muerte en nada?