jueves, 30 de noviembre de 2017

nocturnalias: En tu profundidad de océano hallo la simulación del círculo infinito.

La limpieza del ser erupciona en acciones y la palabra, para el hombre, es acción. El otro somos nosotros, la pluralidad del ser es natural.

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El ruido del tiempo siempre contiene una aritmética constante: la persona está por delante de la circunstancia, el ser es la búsqueda de uno
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Amor con las personas que viven a tu lado y te otorgan sentido y pluralidad; e, igualmente,con las que te rodean y convives.
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Siempre la noche es semilla de la luz. (Nocturnalia)
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La falsedad es un rango de vida que no puede ocultarse, se delata en la ética cotidiana del individuo. Los actos son memoria de la vanidad.
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La cultura termina siendo el estilema de vida de los que viven sin ser nada, siendo en continua armonía. La cultura es la coherencia misma.

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Perlada y rotunda tu voz devuelves el eco que es canto primero, la sombra que es piel y figura. Todo en ti sucede en la levedad eterna. (N).

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Nacido de la ausencia, voy hacia ti, -de ti vengo-, en la yeguada prístina de la palabra. Poesía en galope, poesía y pensamiento en ritmo.

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Confrontar el mundo antiguo con el moderno para vernos reflejados en las constantes que somos; y en lo novísimo que usemos en la tecnología.

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Y ese paradigma de Ordine me mueve en cada exposición pública: la defensa retórica de la necesidad de revivir el mundo clásico.

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El deber de un profesor es hacer entender a los estudiantes que los clásicos no se estudian para [.], sino que nos enseñan a vivir, N.Ordine

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Del mar, noche, vienes de la profunidad del mar, de sus ondas y danzas, de sus silbos ocultos. Eres mar, noche, con ella una sola figura.

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Despojado de ti hallarás el plural deseo que te define.

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Saturnal y perpleja de astros, oxígeno de luz. Tallas en lo alto tan alta caridad que despliegas la clemencia fugaz en los ojos. Nocturnalia

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Nocturnalia: Virgilio, ya avisó Dante, trae en su lírica el ensueño torcal de la noche más clara, diáfana su música al espíritu del hombre.

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Nocturnalia: jardín e itinerario, surco geométrico del sur de tu boca, noche, sin fin, ahora día, siempre al silbo de lo esencial.

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Nocturnalia (II). En tu profundidad de océano hallo la simulación del círculo infinito.

miércoles, 29 de noviembre de 2017

Vivir la poesía en el centro indudable

Leer poesía te sitúa en el centro de la vida. Vivir la poesía en el centro indudable.

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Porque la besana en la tierra infantil del individuo, su surco primero en el camino del ser es el conocimiento.
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Y sucede lo propio con el conocimiento y su transmisión. La analogía y el paralelismo con las artes es evidente: se atiende más al espectáculo que a la solvencia en la materia. Todo es combinación y comunión, pero siempre está la esencia y luego lo social. Ahora es al revés.

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No se contrapone, poetas, la poesía clásica a la de este tiempo, tan solo se evidencia la poesía en sí, la verdad de la poesía, tan diáfana ahora y en tiempos remotos. Y siempre. Nada más, por eso es sospechoso el poeta que defiende una idea de poesía y luego se arrima a otra.

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Del aire proscrito de la noche, de la humedad toda del campo en su fulgor nace la consciencia voluptuosa de tu figura, poesía de oro, inefable fulgor.

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La "paideia" se consigue como individuo, en solitario; la lectura en didascalias con reflexión y creación. El "magisterio" guía ese proceder hacia el conocimiento. La madurez que sobreviene y la relación finalmente entre conocimiento, mundo, individuo. Vivo y actual mundo antiguo

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Con Góngora, al oído de B.Tasso, "amantes, no toquéis, si queréis vida". Condensado platonismo barroco; idea diáfana y lengua cabal.

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Sonetos petrarquistas de Góngora. Deleite y música del idioma. Minturno al oído: "In sí bel tempio di memorie adorno".

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La belleza está en cada objeto, en cada individuo y su inmensidad es imposible sin cada una de sus partes. Belleza y razón de ser del mundo.

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Todo lo bello se somete al juicio de la verdad y lo benevolente. Y en su unidad la armonía indivisible.

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Poesía y pensamiento, dominios del alma estética: "quien ama con olvido de sí mismo, penetra el significado del mundo". Apotegma y canción.

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Releyendo, una y otra vez, "La lámpara maravillosa" de valle Inclán. La razón estética edificada desde el Amor, lo Bello y lo Bueno.



martes, 28 de noviembre de 2017

Marco Aurelio medita junto a una encina y contempla el reflejo cristalino de la amistad.

Un individuo no resulta nada si no se precipita al todo; es nada pero puede contener, aun sin saberlo, a todos los hombres; es nada, silbo monódico pero armonía en la búsqueda del todo. El todo es nada pero la nada es todo.

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En literatura existe la transformación y la permanencia. Los dos aspectos están determinados por la acción de la lectura, por el lector. Leer no es solo acumular lecturas sino tañer de los textos la música de su permanencia en estos días, que son los mismos de siempre.
Qué bello este renacer del espíritu a cada paso de la vida de mis hijos.

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La poesía no acoge lo real o irreal, tampoco lo cotidiano o lo trascendente; ni siquiera lo posible o lo imposible. La poesía auspicia la razón luminosa de la condición humana con música y palabra en una misma unidad.

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Amo a todo individuo, a toda persona, viva o muerta ya, que ensanche mi existencia física y espiritual. No hay reproche alguno a ninguno de ellos. La verdadera amistad exime de argumentos y renuncias y pervive el eco de todos, sin excepción. No cabe el reproche, solo la justicia.
Tengo para mí que la cultura es el itinerario humano para entender su insignificancia.

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El conocimiento y su valor en la consciencia humana conducen a entender la humildad y la benevolencia, la paradoja estación de ser finito anhelando lo infinito, de amar al prójimo por lo que posee de nosotros mismos.

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De la noche provengo y hacia camino, la vida no es más que el reflejo cristalino y torcal de esa noche y su figuración en la memoria.

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...y nada es malo si es conforme a la naturaleza». Leo en Marco Aurelio, Libro II de «Meditaciones», ahora que un amigo me recuerda un pasaje antiguo. Porque, como afirma en el Libro IV, «Todo es efímero: el recuerdo y el objeto recordado». Lo siniestro revoca toda caridad y amor.

miércoles, 22 de noviembre de 2017

Gadamer y Horacio.

RECUERDO, ahora que vengo de una librería y he expurgado lo que hubiera de poesía, lo que afirmaba Gadamer en Poema y diálogo: "La palabra poética se distingue radicalmente de las formas efímeras del lenguaje, que sirven, por lo demás, de soporte al proceso comunicativo". 

En este aserto existe toda una teoría de la palabra como comunicación y de la palabra como creación y poesía. En los últimos tiempos es fácil testimoniar que los "escribidores" de poesía han determinado que el lenguaje poético debe despojarse de todo el abalorio lírico, de construcción de la lengua, de edificación del pensamiento para asentarse en lo que Gadamer llama "las formas efímeras del mensaje". 

Parece ser que los que se llaman poetas ahora no han leído lo que afirmaba Horacio en Odas, 3, 30, 1: "Exegi monumentum arre perennis", esto es, he levantado un monumento más duradero que el bronce. Basta leer unas primeras líneas de cualquier libro de poesía de ahora, de cualquier editorial, para caer en la cuenta de que el paradigma de permanencia ha sido transmutado en eventual mensaje vacío. 

viernes, 10 de noviembre de 2017

Quevedo en Horacio, Baudeliare describe el grial de Wagner y Liszt recuerda cuando tocó ante Beethoven. Leopardi con Montaigne.

Retirado en la paz de estos desiertos, escribió Quevedo, para edificar la imagen del poeta que vive en el mundo de la poesía que, en última instancia, no deja de ser una vivencia plena en el interior del aeda. 
La poesía es, a un tiempo, recuerdo y leyenda. Leo el texto de Baudelaire sobre Wagner en El arte romántico, el poeta francés determina la inmensidad de los espacios interiores, del espíritu peregrino que anhela los espacios sagrados de vasto vaso de la inmensidad. En ese espacio se produce una poética, la misma que Leopardi canta, de molde en poesía, ante el infinito. 

Podríamos decir que el éxtasis consiste en una vida sin acción, sin recuerdos, en que todo sucede en una suerte de aleph. La fusión interna conduce a la inmensidad interna. Y, en ella, el poeta encuentra un renovado estar para la palabra: libre de símbolos, la palabra poética que brota de la inmensidad interior nombra como dadora de realidad, reconfigura la realidad. 

Termino de leer Arte poética de Horacio o, en otras palabras, Epístola a los pisones: "Escritor sigue la tradición o crea algo que tenga coherencia", subrayo entre tantas otras cuestiones y sentencias  que me despierta interés. 

Apartado, como gustaba a Montaigne, de todo; alejado de aquello que trata de ser literatura pero que no se alza más que en chiflada ociosidad de este tiempo, contemplo. Y medito, con parsimonia, también con benevolencia. 

La noche precipita la idea de que existe una armonía en un momento de la vida que se desarrolla en nuestros días y que si nos adherimos a ella y la escuchamos y nos incorporamos a su timbre y volumen la poesía adquiere el cariz de mito personal en el alumbre de la inmensidad. 

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Vivir una biblioteca es escribirla.

VIVIR una biblioteca es escribirla. Por eso, de vez en cuando, ejerzo de instrumento del azar y agarro de las baldas libros que, aparentemente no guardan afinidad electiva alguna pero que, cuando comienza uno a leerlos en polifonía, espigando aquí y acullá, muestran conexiones, enlaces secretos que antes no se habían podido advertir. Y es el lector el que se convierte en el lugar de apariciones de las intertextualidades.

Llego a casa con ¡Viva el latín! Historia y belleza de una lengua útil de Nicola Gardini junto con Berta Isla de mi queridísimo Javier Marías con 4321 de Auster y con un menudo, pero inmenso, libro de Alberto Manguel titulado Mientras embalo mi biblioteca. A todos ellos arrimo dos relecturas de estas semanas Poética del espacio de G. Bachelard y La música como pensamiento de Mark Evans Bonds.

Lucrecio dialogando con Manguel mientras leo los textos en latín que cita Gardini y que ilustran a los ojos y el espíritu le valor mismo de la palabra y su dicción.

lunes, 6 de noviembre de 2017

El enigma de lo bello.

TOMO prestado el título de mi admirado Valle-Inclán para edificar las líneas de esta tarde, de este día que trata ya de dar figura al otoño. Estoy con F., jugueteando, leyendo a una mano alzada, escribiendo. He dejado el teclado de E. encendido para que F. pueda tocarlo, experimentar con los sonidos. A pesar de la disonancia, y al calor de las páginas de Valle, comienzo a escuchar a Glenn Gould o, en mejor decir, a Bach transmutado en Glenn Gould. Este pianista nos da una lección preclara de la ética-estética que tanto falta en la literatura actual.
Con Glenn Gould mantengo una admiración desmedida, lo mismo que con el escritor Thomas Bernhard quien, en efecto, me descubrió por entero la dimensión de este intérprete hecho música, hecho piano él mismo en una sola figura. Tararea Gould, en una suerte de heterodoxia, la partitura mientras ejecuta la composición, podríamos decir, en una paráfrasis religiosa, que con Gould la música fluye en cuerpo y alma. 
Algo parecido siento al leer mientras la vida sucede. Dice Valle-Inclán en "exégesis trina": El enigma bello de todas las cosas es su posibilidad para ser amadas infinitamente". Valle reformula en "La lámapara maravillosa" los principios tácitos y permanentes de nuestra cultura platónico-cristiana, lo bueno es bello y verdadero; y, añado más, lo bueno y bello es reconocible por su cualidad de Verdad. 

Sucede con los individuos, puede uno atisbar de qué sustancia están hechos. Toda vez que los prejuicios se clarifican, queda el hacer del individuo frente a los otros y, como decimos en este diario, su palabra, porque entendemos que decir es acción. 

F. lo revuelve todo, trata de distraerme al paso de las páginas, toca con furia las teclas negras del teclado, se revuelve a cada paso para recordarme que sigue aquí, conmigo, todo él. 
Y mientras todo sucede y ocurre y acontece el discurso de la literatura va advirtiendo las líneas del tiempo del que no debemos despegarnos, del paradigma de bondad y belleza que las páginas de Valle, escritas a pulso de maestro, ejecutadas en la armonía semántica más procaz, dictan al corazón. 

"Amar es comprender", sentencia en mitad del breve texto sentencioso. Y esa idea que es ya acción la tarareo como Glen Gould tocando el piano, no, haciéndose Bach él mismo en cada pentagrama de vida que va orquestando con el enigma de lo bello.

jueves, 2 de noviembre de 2017

Poesía, hoy y siempre

Adjetivar el qué de la poesía es ya un silogismo. No existe la superación en las artes, menos aún en la poesía. No es superior Virgilio a Dante, ni este que Borges ni Cervantes. La superación opera sobre formas fosilizadas que han dejado de decir: cosa contraria le sucede a la poesía.
La poesía es la superación del pensamiento articulado por lo que no hay tiempos en la poesía. La palabra poética es transformación y permanencia.
La poesía es una reconciliación momentánea, en el tiempo y en el espacio, del hombre con el mundo. Depende de la armonía que habite en el poema, de la fidelidad de la palabra establecida, así de misteriosa y edificante será al leerla. Por eso el proceso de lectura y escritura, acaso de transmisión de lo poético, es similar a una dramatización de lo literario en que intervienen unos personajes que se igualan, con la ficción, y que participan y actúan en la obra.
La poesía es, antes y después, condensación de la infinitud. Ella nace sin comunicar nada: se intuye, se prevé en la memoria y por eso Platón defendió lo visionario con tanta vehemencia y por esto mismo dejó al margen al poeta: su estancia es de otro territorio. Es una visión que no comunica: solo es. El silencio es el contorno de la creación, de lo que va siendo amorfo. Los griegos rodearon esa materia intuida de musas para que otorgaran el orden que quedara fijado por las artes, pero quizás la memoria primordial proviene de ese silencio que envuelve y precede; los poemas puros contienen la memoria originaria, la que contiene a la humanidad y la revela parcialmente. Un poema es una memoria colectiva del silencio universal.
¿Puede existir en lo contemporáneo? Sin duda, pero cada cual tiene una idea de qué es la poesía conformada a partir de las lecturas que ha realizado, de las manifestaciones concretas que ha experimentado como lector. El lector contemporáneo parece que obvia la tradición y lee tan solo a sus allegados. Esa falta de lecturas y de experiencia lectora se trasluce en los poemas: no hay ritmo, no hay música, no hay recursos, no hay reflexión, no hay experimentación…tan solo una expresión, en líneas cortadas, que hablan de los desahucios, de los partidos políticos, de las religiones, de las cervezas y los cubatas, de los videojuegos, etc. 

Creo, sinceramente, que se equivocan de género literario. Quizás habría que mostrarles que hay géneros literarios más adecuados para expresar lo que quieren expresar, porque la creación poética es otra cosa. La expresión es natural al hombre; la creación literaria deviene de una consciencia distinta. bor. El lector contemporaaneo eb, de las manifestaciones concretas que ha experimentado como lector. El lector contemporaaneo eb