Leer poesía te sitúa en el centro de la vida. Vivir la poesía en el centro indudable.
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Porque la besana en la tierra infantil del individuo, su surco primero en el camino del ser es el conocimiento.
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Y sucede lo propio con el conocimiento y su transmisión. La analogía y el paralelismo con las artes es evidente: se atiende más al espectáculo que a la solvencia en la materia. Todo es combinación y comunión, pero siempre está la esencia y luego lo social. Ahora es al revés.
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No se contrapone, poetas, la poesía clásica a la de este tiempo, tan solo se evidencia la poesía en sí, la verdad de la poesía, tan diáfana ahora y en tiempos remotos. Y siempre. Nada más, por eso es sospechoso el poeta que defiende una idea de poesía y luego se arrima a otra.
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Del aire proscrito de la noche, de la humedad toda del campo en su fulgor nace la consciencia voluptuosa de tu figura, poesía de oro, inefable fulgor.
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La "paideia" se consigue como individuo, en solitario; la lectura en didascalias con reflexión y creación. El "magisterio" guía ese proceder hacia el conocimiento. La madurez que sobreviene y la relación finalmente entre conocimiento, mundo, individuo. Vivo y actual mundo antiguo
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Con Góngora, al oído de B.Tasso, "amantes, no toquéis, si queréis vida". Condensado platonismo barroco; idea diáfana y lengua cabal.
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Sonetos petrarquistas de Góngora. Deleite y música del idioma. Minturno al oído: "In sí bel tempio di memorie adorno".
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La belleza está en cada objeto, en cada individuo y su inmensidad es imposible sin cada una de sus partes. Belleza y razón de ser del mundo.
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Todo lo bello se somete al juicio de la verdad y lo benevolente. Y en su unidad la armonía indivisible.
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Poesía y pensamiento, dominios del alma estética: "quien ama con olvido de sí mismo, penetra el significado del mundo". Apotegma y canción.
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Releyendo, una y otra vez, "La lámpara maravillosa" de valle Inclán. La razón estética edificada desde el Amor, lo Bello y lo Bueno.