martes, 10 de junio de 2008

DETERMINACIÓN Y LENGUAJE

El tema es demasiado amplio, pero no me resisto a esbozarlo al menos. Hace poco me entregaba un compañero unos folios que versaban sobre el Determinismo. En la introducción ya planteaba una de las cuestiones capitales que atraviesa la problemática tal y como él la expone: el lenguaje en referencia a los conceptos, los objetos, la realidad. Es cierto que la Filosofía se ha encontrado desde sus inicios con este problema y no lo ha solucionado nunca. Hermosas son las palabras de Platón en el Crátilo sobre el lenguaje en relación a las ideas o, en mejor decir, a la posibilidad de la orthótês (“exactitud”, “corrección”…). No despliega Platón una reflexión sobre el lenguaje en sí, como han querido ver algunos filólogos de refrito bibliográfico, sino la relación de éste con la realidad, esto es, si mediante del lenguaje se puede llegar al conocimiento filosófico. Ya dedicaremos una entrada que aborde estas tribulaciones que se traen las palabras y las cosas. Sólo quería comentar en voz alta y compartir con vosotros estas ideas, deslavazadas y mal planteadas, a lo sumo.
Precisamente, esa es la tesis de Deleuze y Guatari en ¿Qué es filosofía? (Barcelona, Anagrama): “La filosofía es el arte de formar, de inventar, de fabricar conceptos”. En este sentido, vienen al pelo las palabras de Nietzsche en “Sobre el arte de la desconfianza” y que viene a cerrar las conclusiones que el compañero de marras desgajó de sus argumentaciones: “Los filósofos ya no deben darse por satisfechos con aceptar los conceptos que se les dan para limitarse a limpiarlos y a darles muestre, sino que tienen que empezar por fabricarlos, crearlos, plantearlos y convencer a los hombres de que recurran a ellos”. Sigamos pues estas recomendaciones y no nos sintamos satisfechos cuando nos presentan las cosas envueltas en esa perfección de tabula que tanto nos gusta a los pobres de entendederas y a los sofistas de cátedra.

10 comentarios:

  1. Con independencia de la compleja relación entre lenguaje y realidad, entre lo fenoménico y lo nouménico, entre esas piezas, palabras, que articulamos sobre un tablero olvidando que éste es el substrato sobre el que permanecen y, considerando que las palabras no son sino eso, palabras, me gustaría manifestar mi más profunda convicción de que la naturaleza y el juego de relaciones que establece entre sus entes trascienden, de manera absoluta, a nuestros códigos. La naturaleza, en contra de lo que pudiera pensar Fitche y Schelling, no necesita ser conocida. NO existe una voluntad trasmundana que anhele el autoconocimiento de la res natura y, en ese sentido, toda teoría indeterminista es, lejos de lo que se piensa, producto del orgullo humano pues ¿qué razonamiento sirve de sustento a situar nuestra epistemología en el centro de la existencia de lo que es? Me explico, nuestra ciencia, nuestro arte, nos muestra un rango de lo real. Cabe pensar que las cosas deben ser más o menos como parecen, y eso no se puede negar con sensatez, pero pensar que lo incognoscible está indeterminado, es confundir troyanos con aqueos. De la rosa qué nos queda, sólo el nombre. Eso a nosotros. A la naturaleza le queda un cúmulo de átomos. Y los códigos, relaciones o artificios que el hombre crea (aunque sólo transforma), no son sino corpúsclos en moléculas de mayor tamaño e infinito flujo.
    Anda que no!

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  2. Pretender, en definitiva, que las palabras son las cosas (con regusto foucaultiano) es pretender que la quimera es mi mascota. No digo que lo real no sea cognoscible por órgano nervioso humano(aunque me aproximo mucho a pensar eso), tampoco que no lo sea en absoluto (quién puede hacerlo en su sano juicio!). MI afirmación es que lo que sucede sucede mediante un orden que, lejos de ser cualitativamente incomprensible por nosotros, lo es cuantitativamente. Me explico. EL modo en que conocemos desvela lo real, lo casi real. El método hipotético deductivo nos hace predecir los fenómenos naturales. Cualitativamente hemos encontrado el método pero, apelando al efecto mariposa de Lorentz, ¿cómo conseguiremos considerar las cuasiinfinitas combinaciones de los entes de un universio controlado y reducido en un laboratorio? (y todo ello, pasando por alto que el método sea el definitivo, cosa que también estoy dispuesto a discutir, pero en menor medida que lo segundo, que también aquí la diferencia de grado importa).

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  3. Sabía que tu torrencial voz hilvanaría algún comentario con esta entrada, ¡oh, pelida! Estoy contigo en muchas cosas, en otras no tanto. Comparto esa incertidumbre sobre la palabra: la rosa es la palabra rosa, pero también aquelo que se escapa a la aprhensión humana, es cierto; pero ¿el hecho de que la referencia que te provoca la palabra rosa no te lleve a otro sistema de refrencias biológicas,etc. provoca que la palabra en sí no la contenga?¿No son las palabras humanas hasta donde llegan los humanos y su poderío, cutre y débil, de conocimiento?

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  4. -II- ¿Si la naturaleza y sus sitemas de relaciones trasciende nuestros códigos, cómo afirmas que eso es así, si nuestra capacidad es ilimitada y acaso insuficiente?

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  5. Ah! estimado Tomás de estentóreo grito en labatalla!! POr fin contertulios con ansias de batallar, de progresar!! Qué difícil es encontrar eso hoy día!! En el mejor de los casos nos llaman intensos. Yo creo que se equivocan, deberían llamarnos vivos. Estamos vivos. Sobre lo que nos ocupa: no es la finitud de nuestro conocimiento óbice para establecer sus límites, sino todo lo contrario. Más allá quedan hipótesis indemostrables, postulados y, en el peor de los csaos, juicios religiosos. LA física clásica predice hasta donde predice y el mismo Newton no duda en invocar a la divinidad para dar sustento a su espacio infinito, homogéneo e intuíble (las formas de la sensibilidad apriorística de Kant), sin embargo es la cuántica la que establece el verdadero límite, al tratar de investigar un fenómeno que nuestra propiaa presencia modifica. Dicha limitación es perfectamente sostenible (aunque tiene sus matices de los que podremos hablar)

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  6. Respecto a las palabras. Según mi opinión, depende de hasta dónde afinemos la lente del microscopio. Por ejemplo, desde el punto de vista sociológico las palabras, las ideas, generan efecivamente una serie de relaciones que son en sí mismas reales, más allá del mero psicologísmo. Dichas relaciones son tan reales como que Hitler invade Polonia. Sin embargo si apretamos un poco la lente del microscopio veremos que no se ha producido ningún fenómeno sobrenatura; todo se descompone en un infinito baile de partículas en el que la voluntad sólo cobra peso en base a las tremendamente complejas relaciones entre los entes que forman parte del proceso pero que, más allá de dicha complejidad, no supone ningún acto de libertad, elección o superación de las reglas del juego. Es como decir que todo tiene un facto común: las transacciones de materia y energía, y al nivel de ese mínimo común divisor las palabras y los sistemas del hombre, no tienen significado. Un átomo de hidrógeno se disocia del oxígeno sin importarle si es en un laboratorio o en plena atmósfera, es decir, una ez que sabemos que 10/4 es lo mismo que 5/2 no, el 10/4 deja de ser útil en la ecuación.

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  7. ¿Qué ocurre cuando el humano toma conciencia del límite, como postula Gadamer y Heidegger, y a partir de esa toma de conciencia del límite quiere modificar lo que lo contiene (con su voluntad, por ejemplo), es decir, qué ocurre cuando el hombre quiere modificar el devenir determinado del átomo, es capaz acaso de tanto? Un átomo se le complica a la actuación humana y por eso el Espíritu es el campo abierto para estas elucubraciones fenomenológicas que no pierden del todo "razón de ser". Dice Guthrie que a Tales de Mileto no le importaba el triángulo, cosa que ya se había estudiado en otras culturas, sino "la triangularidad"; y es eso lo que me resulta provocativo, no encontrar en el ser humano particular lo que hay de mí, de ti, sino buscar "la humanidad". Esto Borges supo atisbarlo con soltura y por eso se jactaba de decir que un hombre era todos los hombres, al igual que un león, y esto lo escribe en "Historia de la Eternidad", es un león en cuanto existe el concepto de "leonidad". ¿No queda el determinismo enmarcado en el territorio de las concrecciones particulares, que al fin al cabo no llevan a nada?

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  8. En ese sentido soy plenamente aristotélico: los conceptos generales no son más que palabras. Los universales no tienen existencia más allá de la vida humana. Es molesto para nuestro modo de conocer desprendernos de la deducción. Más qeu molesto, imposible, somos seres precarios. Pero la realidad no nos necesita.

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  9. Queda claro que no hemos creado la Realidad, que somos una ínfima parte de ella, al igual que la metafísica se encarga de estudair esos elementos que estamos señalando. Ahora bien, en la necesidad de entenderla es en donde radica la cuestión que estamos planteando, querido Aquiles; y, por cierto, ¿a qué o a quién atribuyes tú el orden o concierto o sistema o regulamiento de la realidad que se escapa a nuestras entendederas? ¿Un demiurgo, un ente omnipotente, una mónada, un "argé"...?¡Oh, pelida!

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  10. Cómo te gusta! Cómo te gusta! Y, cómo no afirmarlo: Cómo disfruto comprobando que no estoy solo, qu hay vida inteligente ahí fuera. Que las ganas de vivir no son, como piensa mucha gente, esperar al verano para hacer "no sé qué". Algunos estamos vivos a tiempo completo.
    El orden.... nuestro viejo amigo. El orden, bajo mi perspectiva, no son sino una serie de condiciones intrínsecas de los entes. A saber: la materia es grávida, la energía no. De condiciones como éstas tales surge todo los demas. El orden no es admirable por su complejidad. Sólo es admirable cuán coplejos pueden ser nuestros razonamientos. NO creo que sea necesario un demiurgo, un arjé inteligente y libre, ni una divnidad más allá de la naturaleza y sus atributos. En ese sentido, y puesto que me quieres llevar al extremo donde la razón empieza a zozobrar, te diré que me atrevo a lanzar mi envenenado dardo a la última esfera. Es un dardo envenenado de Panteísmo, que es claramente mi opción. Y puestos, ¿Qué distancia hay entre el panteísmo y un ateísmo encubierto? EL teísmo necesita de un cierto principio ordenador, y si el orden y la cosa son una misma cosa?
    TEla marinera.

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