No siempre está conforme uno con lo que escribe o reflexiona. La mayoría de las veces, cuando vuelvo sobre un tema ya recorrido o apenas tanteado, se me vienen a la cabeza miles de enmiendas, retoques, cambios. Es el caso de unas anotaciones que había escrito el 17 de junio de 2008. Creo que iba en el tren leyendo a Hölderlin y de repente escribí: “Si escribo `noche´, ¿recojo con esa palabra las cualidades de la`noche´ o sólo las de la noche concreta que miro aterido? Pero, ¿no posee, en efecto, la noche, esta noche, la misma que la noche? ¿Qué registro entonces con esa palabra?”. Al leerlo ahora, me digo que la verdad puede decirse de formas distintas y que por eso la noche es siempre la misma noche, al igual que nosotros somos los mismos y otros al tiempo de un yo. ¿Quién era Pessoa y quién Bernardo Soares o quién Ricardo Reis, etc.?
El nominalismo, amigo Tomás, el nominalismo es una doctrina que te interesaría. Desde mi punto de vista, "la noche" que anotabas mientras leías a Hölderlin, era "aquella noche". Cualquier intento del hombre de campturar lo general no es sino la traza de un conjunto siempre mejorable, siempre insuficiente, por lo que, por definición, no es posible emitir un universal. Lo más cercano es la precaria generalización de algo concreto. Pensamos, que "esta" o "cualquier noche" está dentro de la definición extensiva de la "noche". EL hombre, en sus razonamientos cotidianos, hace referencias intensivas, y las dota de un halo cuasietéreo, creyendo que, así, es algo universial, a lo sumo genérico. Es más, creo que cualquier otro que lea aquello, leerá "esta otra noche", la suya. Por ejemplo, mi "noche" suele aparecer como cielo estrellado, junto al mar, con un camino de plata, que mana de la luna, sobre las aguas. Pretendo que es una noche "genérica", con atributos intercambiables, no cabe duda, pero esa es la noche a la que siempre me refiero. Ni siquiera sé si la he vivido, sólo sé que es esa noche, concreta, que tiene suficientes nexos para que conecte con la "noche de otra persona". Los universales no sólo no existen en la realidad, sino que ni siquiera existen (al menos en los términos que muchos quieren) en la cabeza de los hombres. LA noche universal, sin vinculación corpórea a esta o aquella noche, no existe, por la propia naturaleza de conocimiento humano.
ResponderEliminarMe resisto a renunciar a la ontología de las cosas concretas, de la noche de Hölderlin, de la noche que me arropa n este momento.Ý la noche puede ser real a pesar de no existir, la realidad metafísica, un "eidos", una "ousía". ¡Tu mismo eres un puro universalista!
ResponderEliminarLa fuerza del yo hace de la verdad perspectiva, baja lo universal y necesario al plano de lo particular y relativo. No me da grima pensar que lo que yo veo, mi perspectiva, es verdad. El 17 de Junio, tu noche era verdaderamente tu noche, y si yo lo leo, te entiendo.....Ort y Gsst
ResponderEliminarQue no hombre! Que no. Que los univerisales no son sino convenciones humanas, como una señal de tráfico o una raya pintada en el suelo. Las generalidades son ficciones, sueños de grandeza del hombre, síntoma inequívoco de nuestra precariedad. Son la parte racional de las religiones, fundada, precisament, en esa incapacidad humana para comprender que la realidad no es lo que nos parece, sino lo que es. Por otro lado, desde Kant la metafísica, no es que esté herida de muerte, sino que no es sino un discurso religioso con palabras paganas. Sólo podemos hablar de lo que podemos hablar. De lo demás, o se habla sabiendo que son etiquetas humanas, o erramos. Por ejemplo: el hombre. ¿Qué es "el hombre"? UN hombre muy grande, lejano, perfecto, imperecedero? Yo opino que no. Que "el hombre" es sólo una idea. UNa idea que perecerá cuando perezca el hombre que la piensa. UN cúmulo de serotonina y litio fluyendo por el coco. Ahora bien, la selección natural ha hecho bien su trabajo y hemos sobrevivido los que hemos creído fervorosamente que auello existe con independencia del pensante. Es un truco útil para sobrevivir, pero ni por ello real.
ResponderEliminarYo creo en el dominio de las cosas. En el hábitat en el que sucede lo concreto y puedo clasificarlo. Y si tengo intuición y capacidad para representarlo, o incluso vivirlo a través de nuevas formas expresivas, viva la madre que me parió.
ResponderEliminarPero en muchas ocasiones no sé a qué espacio de la realidad pertenezco; si el mío o el de los otros.
En la oscuridad de la noche Pessoa rescató al zapatero de Bandarra, el profeta portugués que alimentó la idea de que el rey Sebastián volvería a Portugal, en manos española desde su -presunta- muerte en la batalla de Alcazarquivir.
Según la inquisición, el que apareció en Sanlúcar en el año 1603 era un impostor...
Querido anónimo, me encantaría tener noticas concretas de ti, sobre todo por ese dato sobre Sanlúcar que tanto me ha sorpeendido. Gracias por tu comentario, barramedo querido.
ResponderEliminarSaludos.
Me pareció que tu noche evocaba los principios esenciales del Sebastianismo; donde hay forma hay alma. Y siendo Pessoa un creador de mitos, y Sanlúcar un espacio mítico, no podía dejar de comentarte uno de los tantos sucesos que la vincula con Portugal; el proceso de la santa inquisición contra un sujeto (historia similar a la del pastelero de Madrigal) que se reivindicaba como rey Don Sebastián.
ResponderEliminarEn la web de la Fundación Casa de Medina Sidonia hay más datos sobre el asunto.
Saludos.
Magnífica la referencia, no dudes de que consultaré el dato. Además dejaré un enlace para que puedan visitar la página web de la Fundación. te invito, por otra parte, a que me escribas al correo electrónico (macondinos@hotmail.com).
ResponderEliminarSaludos y gracias miles.