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Un día sin escribir en una noche sin luz.
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Sobre la arena, las huellas penitentes de las gaviotas en flor.
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Quieto, en el aire, como las gaviotas avejentadas. Sin aspavientos, sin batidas, sólo sostenido por el alma en pie.
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Un verso brota por de dentro. Se inflama, arde. Plenitud inconsciente. Su incandescencia se nutre como un mineral. Silencio. Mundo ensimismado.
Un día sin escribir en una noche sin luz.
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Sobre la arena, las huellas penitentes de las gaviotas en flor.
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Quieto, en el aire, como las gaviotas avejentadas. Sin aspavientos, sin batidas, sólo sostenido por el alma en pie.
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Un verso brota por de dentro. Se inflama, arde. Plenitud inconsciente. Su incandescencia se nutre como un mineral. Silencio. Mundo ensimismado.
Me parece que la vida es, en realidad, poco "señalable". Y de nuestra obsesión por "señalarla", se producen, con frecuencia, los desengaños, las frustraciones, no sé.
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