domingo, 29 de agosto de 2010

El verbo escribir, como soñar, no admite el presente.


***
Quizás las palabras no son más que tachaduras elegantes al silencio.
***
Hay profesores, críticos y aspirantes a vates universitarios que miden las obras literarias en referencia a su capacidad de análisis, a su formación. Si la obra es un jugoso pastel al que se le puede aplicar el método deconstruccionista, estilístico, formalista o cualquier sucedáneo y escribir, a su costa, un librito, es un texto estupendo. Por el contrario, si el texto supone una demostración de su incapacidad o de sus faltas eruditas (porque no sabe cómo hincarle el diente), entonces el libro se le cae de las manos. Y está bien esa expresión, porque un libro en manos inadecuadas es como si estuvieran en las garras de la ignorancia.
***
Cada vez me siento más cercano a la imposibilidad de ofrecer un texto objetivo que explique las virtudes de otro. La objetividad para explicar la obra de arte, me resulta indiscernible, aún menos cuando nos encontramos en un tiempo de travesuras y desvelos. Creo, con Steiner, que las mejores obras de crítica literaria son las propias obras literarias y que son los lectores, cada uno, los que van armando su concepto de literatura.
Ese ha sido uno de los problemas de la crítica moderna y pienso que del arte de este tiempo: la explícita explicación de todo. No cabe la explicación en lo que es puro, en lo que es arte en sí, ya que esa glosa lo único que produce y ofrece es alejamiento y subjetividad. El otro día, por ejemplo, escuché a un amigo elogiando el último libro de poemas de J.B., “es un genio, lo que hace no se parece a nada”. He leído el libro en la librería, -porque no lo he comprado-, en varias ocasiones y en todas me siguen pareciendo una birria. Pero no sólo con este poeta pseudojoven, sino con otros tantos escritores de culto que una mayoría elogia, novelistas y pensadores incluidos. ¿Qué me ocurre? Antes intentaba achacarlo todo a mi incapacidad, a mi incultura, a las faltas de lectura, pero he descentrado el problema y creo que, en el fondo, me gustan muy pocas cosas del mundo en el que vivo y que necesito, por el contrario, alimentarme de la naturalidad de la realidad. Ser arte, ser literatura, ser realidad; no leer literatura, observar la realidad, degustar el arte.

5 comentarios:

  1. Barajas conceptos demasiado esquivos, querido Tomás. ¿Arte, Literatura, Realidad? Demasiado grandilocuentes. Incluso sin mayúsculas, ¿para qué deslindarlos? No serviría de mucho. Me parece un esfuerzo estéril. Mantente en tus trece. Sé demasiado antiguo para unos y demasiado obstinado para otros. Sigue los preceptos de cierta obra de ficción conocida como Evangelio, mantente fiel a ti mismo.

    Cualquier acercamiento a la obra literaria es insustituible de su lectura, del hedonismo puramente individual que produce el desgranar sus líneas. ¿Explicar el placer en lugar de sentirlo? Y sin embargo, todo acercamiento concéntrico, todo bosquejar el blanco de la diana, sabiendo que sólo uno mismo lanza la flecha que acertará o no, si aporta algún elemento de disfrute, de sorpresa (¿qué otra cosa puede ser la interpretación?), es bienvenido. ¿Son los escritores, los creadores, críticos privilegiados? ¿Es la creación un parapeto, una atalaya que nos ofrece una visión superior para la crítica? Desconfío. Entre otras razones porque la literatura y la creación literaria es varia y no una, y hay tantos y tan diferentes creadores como críticos. Pero es un punto de vista a tener en cuenta, a no despreciar.

    Fina y certera descripción del crítico literario la que haces. No sé por qué razón, pero aunque no aparecen las palabras "profesor universitario" en tu texto, no me dejan de venir ciertas imáganes a la mente de semajantes individuos cuando describes a estos críticos. No está hecha la miel (o la hiel) para la boca del asno.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por tu lucidez.En tu caso las palabras no son tachaduras, son un camino que merece la pena recorrer.
    Un afectuoso abrazo

    ResponderEliminar
  3. no son conceptos esquivos,sino viejos, muy viejos (Ver Joyce, Retrato de un Artista Adolescente, y Goethe, Memorias del joven Werther, entre otros).
    Si miran el arte, y cualquier cosa desde el angulo del otro, pierden lo mas importante (porque hay la enorme cantidad de 360 grados)..se estan olvidando que lo mas profundo es la piel...
    dixit
    eutelia
    www.albinovino.com

    ResponderEliminar
  4. Estimado Eutelia:

    No por viejos dejan de ser esquivos; es más, creo que con los años han aprendido a esquivar y eludir las etiquetas alcanzando una maestría total en este arte. Un saludo.

    ResponderEliminar

Siempre hay algo que decir,deja tu comentario(s)