M. siempre recuerda, en los regresos, las palabras de García Márquez sobre el alma y el cuerpo. Lo hace como un bálsamo que va moldeando el enigma de la huida. Porque huimos, huimos sin cesar de nosotros mismos no porque estemos sobrecogidos por algún terror o por alguna amenaza que nos atraviesa como animalillos heridos sin porque el derecho a la huida es el derecho al conocimiento; todo ejercicio de comprensión necesita de un espacio que se recoge en sí mismo, en unos límites, sean estos calles o gente, bosques o mares.
Ese es el problema del arte, en definitiva, el problema de nuestra naturaleza cuando se hace estética, conducir lo infinito con medios finitos. Paul Valéry situaba en esta imposibilidad la realidad del artista y desde que la leí en sus Cuadernos no he dejado de reparar en esas palabras. Una y otra vez, una y otra vez.
Ese es el problema del arte, en definitiva, el problema de nuestra naturaleza cuando se hace estética, conducir lo infinito con medios finitos. Paul Valéry situaba en esta imposibilidad la realidad del artista y desde que la leí en sus Cuadernos no he dejado de reparar en esas palabras. Una y otra vez, una y otra vez.
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He perdido la poca fe que tenía en el ser humano. No lo considero el merecedor de este mundo. Ni sus actuaciones, ni sus pensamientos, mucho menos su chabacanería, que es hiel de iracundia y madrugada. La belleza natural no es obra suya.
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Sostengo en la mano un puñado de nueces que voy comiendo poco a poco, acompañado de una copa de ginebra. Realizo el ejercicio con mesura, destripando la nuez en la boca. Sus pellejos, su textura lítica y frágil. Su fragancia desnuda y de suaves perfiles. Cuando termino con ellas recojo de la mesa el vaso de ginebra (en verano sólo puedo beber ginebra, es una costumbre antigua). Paladeo la esencia de frutos, la mixtura en la elaboración. Al segundo trago, abro las páginas de la Vida del doctor Johnson escrita por James Boswell, en la edición de El Acantilado, edición que me ha acompañado a Londres estos días. El frescor y la humedad acompañan e invitan a la lectura. La memoria me va convirtiendo en otro, me voy haciendo otro, pues todavía mis pasos resuenan por Baker Street.
¿Has perdido la fe en el ser humano? ¿Por qué será que no te creo? ¿Predicas, como San Manuel Bueno, lo que no crees? ¿Para qué necesita el ser humano crear la belleza natural, acaso para poder nombrarse dueño de ella? Le basta con participar de su misterio, le basta con extrañarse ante ella, con quedarse de este lado (ya sabes lo poco amigo que soy de la trascendencia), sabiendo exactamente y de una vez dónde diablos está y qué es este lado que pisa. Le basta con imitarla con ternura, con curiosidad, con indecencia; también con extrañeza. No es cuestión de merecimientos, el mundo ya es, para bien para mal, su hogar, haga lo que haga con él. Quizá retorne, como el hijo pródigo, algún día. Y basta de metáforas bíblicas. Un abrazo.
ResponderEliminarCaro Joaquín, tus apostilas son siempre bienvenidas, ya que son inteligentes. Salud, siempre.
ResponderEliminarGracias, Tomás. Para mí es una disciplima muy beneficiosa leer cada día tu blog, y un ejercicio más que productivo apostillarlo, aunque no tenga la inteligencia suficiente para hacer esto último en cada entrada.
ResponderEliminarPor cierto, ando enfrascado con los pocos cientos de páginas que suman los últimos capítulos del Ulises, y conforme la luz del final del tunel se agranda, empiezo a sentir que la tarea ha merecido la pena, aunque la bestia estuviera a punto de poder conmigo. Tengo el punto de mira Retrato de un artista adolescente, que no me atreveré aún a leer en inglés. ¿Conoces alguna traducción que te parezca legible?
Otro abrazo.
Una curiosidad Tomás, siendo tu una persona joven ¿ cómo puedes considerar una costumbre antigua beber ginebra?
ResponderEliminarPor otro lado, repasando entradas antiguas, he quedado un tanto sorprendido con la descripción, que haces de JSM, de Javier. Una descripción escrita con caracteres griegos y para ser contemplada desde la distancia.
Saludos.
Ps: si eres tan amable, por favor corriges la dirección de mi blog.
Saludos.
Gracias, Joaquín, Introibo ad altare Dei.En cuanto a la traducción, será mejor que busques a un especialista que pueda orientarte con más finura y talento. Yo guado con anhelo la de dámaso Alonso, pero me constan que algunas actuales pueden que se ajusten mejor a lo que tú persigues. Salud, siempre.
ResponderEliminarGracias, Ramón Simón, por tu apostila. las costumbres son siempre antiguas no dependen de la edad. Salud, siempre.
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