miércoles, 29 de mayo de 2013

HE PASADO el día con mucho miedo, con un terror intenso y deseseperante. Es la cercanía al límite de la luz y de las sombras, a la enconada consciencia que otorga la literatura. Es un abismo la vida entonces y me invade un desasoeigo que hasta el momento no he podido controlar ni razonar con nadie. me siento sombra u hombre vivo.
No creo que esa melancolía pueda ser comunicada a través de la palabra, pues estoy, cada vez, más convencido, de que el poeta es el que consigue atisbar los límites de comunicación y creación del verbo.
    
S
u
e
n
a
n los acordes de la Obertura de Lohengrin, de Wagner, pues esta música transita de lo hondo a lo hondo, de lo que todavía no ha sido razonado por la palabra hasta lo que todavía no ha alcanzado la cualidad de real, de lo que es.

Con la música evidenciamos ante nosotros que el mundo está todavía con el  velo del entendimiento sin descubrir.

***

El miedo tremendo de lo siniestro me conduce a Dante. Con él desciendo y me resguardo en el inframundo, en la tierra de la verdad y de la humedad palpitante. Existen seres de luz, de la claridad que habitan colindando con lo oscuro: es el caso de Virgilio en la Commedia. Se trata de una de las enseñanzas de Dante, pues él comienza a seguir al poeta después de decir lo siguiente: 

"Cuando vi a aquel en ese gran desierto
Apiádate de mí -yo le grité-,
seas quien seas, sombra u hombre vivo".


Es la naturaleza de la evidencia y del centro indudable del arte. Quien de él participa no teme; quien de él origina su creación, nada debe desear más que la armonía interna y silenciosa pacíficamente siendo.