LA MELANCOLíA no se da en el cerebro ni proviene de un mal estado del espíritu. Ni en el corazón ni en el cerebro, es visceral. Cuando irrumpe destroza todo entendimiento y toda razón y me deja en llanto vivo, casi sublevado y sometido a una extensa intemperie y vacío. Sucede que me canso de ser hombre.