AFIRMA María Zambrano en Los sueños y el tiempo que, en sueños, se nos da la imposibilidad de vivir y de ser, de actualizar enteramente lo que somos [...] bajo algo absoluto. Y absoluto es el carácter atribuido desde el primer momento al Ser desde Parménides.
Añado a las palabras de la autora que para dirimir entre vivir y ser, en la actualidad, el primer ejercicio quizás esté en poseer la consciencia de esas condiciones en uno mismo. Me parece que la cultura, las artes son los conductores idóneos para alcanzar un atisbo; pues una cuestión es sentir la belleza y otra cuestión es vivir la belleza. Puede que una cuestión resida en Ser y otra en pensar el Ser; una en describir lo bueno y otra en ser lo bueno; una en buscar la verdad y otra en llevar la verdad a la palabra, la música humanas.
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Agarra uno el volumen de Tolstói El camino de la vida (Acantilado) y lee lo siguiente: <<La ley de la vida no puede cambiar, pero las personas pueden comprenderla cada vez más claramente y aprender cómo cumplirla en la vida>>. Palabras que me ayudan, precisamente, a seguir ahondando en la reflexión a la que nos referíamos anteriormente desde la palabra de un individuo fascinante.
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Y, mientras tanto, la mañana sucede; leo que Wagner estaba leyendo las Lecciones de Hegel cuando componía el poema El anillo del Nibelungo y que, cuando llegó a la Universidad de Leipzig en 1831, respiró los ambientes profundos de los seguidores del filósofo del Geist, de la sustancia fundamental del mundo, el espíritu.
Así, el joven Richard comenzaba a entender el mundo como una individualización de ese espíritu en cada uno de nosotros pero con la consciencia de que es más grande que todos nosotros. Existe una condición fundamental en ese pensamiento hegeliano, el Selbstbestimmung, esto es, el proceso por el cual un individuo emerge de su condición natural gracias a la libertad en él. Esta transformación hacia la libertad conduce hacia una dialéctica, una confrontación en un conflicto necesario. De ese encuentro, del autoconocimiento, que conlleva a una voluntad, un destino propio que respeta y se dirime en función de aceptar la de los otros.
Más allá de cualquier disquisición hegeliana, lo que nos importa observar es cómo un músico necesita de la lectura para entender otorgarle sentido a su creación como propuesta estética que posee una ética, un modo de comportamiento en el mundo.
Cae uno en la cuenta de que María Zambrano estaba en la misma tonalidad que Wagner, en la comprensión de que el individuo que viviendo intenta comprender que no posee nada de esta vida más que su propia y leve ausencia.