jueves, 12 de junio de 2008

UNA CONVERSACIÓN PENDIENTE CON FOUCAULT

Es difícil deshacerse de las reflexiones cuando estas son importantes para uno. Persisten por unos días, traban conexiones insospechadas, por nuevas, y al final lo renueva a uno, dotándonos de cierta euforia pasajera y endeble.
Algunas veces aparecen por la memoria algunas frases cristalinas, de autores recurrentes para uno. Es el caso de Foucault y su Las palabras y las cosas. En el inicio de ese libro hay dos cosas que de antiguo percuten, de vez en cuando, mis divagaciones más inmediatas. La primera es que el libro nació, según Foucault, tras la lectura de un cuento de Borges que le provocó una risa fecunda, tanto que creó un libro. La segunda se deposita en la siguiente interrogación: “¿Qué es imposible pensar y de qué imposibilidad se trata?”. En muchas ocasiones he querido formar una respuesta sólida, de la que no me arrepienta de inmediato. Hoy me atrevo a decir que esta pregunta es clave para entender el fenómeno literario, porque quizás la literatura es esa forma de la imposibilidad.

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El mismo autor dice unas páginas más allá: “Los códigos fundamentales de una cultura fijan de antemano para cada hombre los órdenes empíricos con los cuales tendrá algo que ver y dentro de los que se reconocerá”. Y digo al calor de esta aseveración, ¿no son los géneros literarios ese lugar, ese topos que de antemano les viene dado a los escritores, el mecanismo que le reconoce como tal a él y para nosotros, los lectores?

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El mundo o, mejor, la Realidad, seguiría a pesar de la inexistencia de los hombres, no los necesitaría. El orden del universo sería el mismo, sus factores idénticos, su devenir quedaría intacto. Entonces, ¿qué aporta nuestra presencia sobre la realidad: mera palabrería poética, insustanciales acercamientos razonados, mediocres y caducas pretensiones de infinitud en qué?

3 comentarios:

  1. Desde luego es que tienes un peligro absoluto. Acabo de llegar, reventado con las niñas, y es que leo y no puedo dejar pasar la oportunidad de participar en el blog. Te lo agradezco. Yo, siempre dispuesto. Y cuando digo siempre, digo siempre. Efectivamente, creo que hay cosas que escapan a determinados lenguajes de mayor o menor precisión. Así como con el lenguaje natural no podemos definir a las claras qué cosa sea cualquier fenómeno, el lógico, mucho más preciso por su bella, sin duda, simplicidad nos acerca más a lo que las cosas puede que sean. Sin embargo: ¿Cómo expresar con una lógica de orden n un canto de la Ilíada? Mi opnión. es imposible, porque son dos acercamientos distintos a la realidad. El perro se acerca como perro, el pájaro como pájaro, el hombre es lo suficientemente complejo como para acercarse de diferentes maneras (tan rica es nuestra existencia!!). Lástima que años de evolución, en la mayoría de los casos, se ahoguen en el gol norte de un estadio. ¿Cual de los posibles acercamientos humanos a la cosa es mejor? Creo que se puede establecer un ránking (ya hablaremos de eso, tengo varios parámetros interesantes), pero entre dos de los mejores la ciencia o el arte, me quedo con el arte, si bien, lo tengo en tanta consideración, que no me siento artista (mal que me pese) sino científico. Qué son los juicios estéticos en el infinito fluir de lo natural: un admirable atributo más, del que nosotros somos protagonistas. Fugaz, como el resto de lo exitente, pero, ¿se puede pedir más?

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  2. Desde hace tiempo leo sus escritos, y hoy, por aquello de las conexiones entre palabros y otros códigos, le comunico mi reflexión, -tal vez absurda- de un orden entre significados dentro de cada parágrafo. Yo los veo como estructuras arboreas; que crecen y desarrollan de lo genérico a lo específico, con un ritmo y orden más o menos estricto, que quizás permita identificar la lógica de los géneros literarios.

    Sería muy interesante construir estructuras narrativas a partir de esas redes de significados que como árboles de conocimiento desarrollan formas. Tantas como códigos culturales o registros de sus creadores, y también de los lectores.

    Bueno, he tratado de pensar sobre ese imposible, no sé si tiene que ver con la pragmática, pero ahí queda...

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  3. Encantado de tener lectores como tú, anónimo (no me incomoda el anonimato cuando las palabras se escriben con gusto y aprecio), capaces de soportar tanta desvergüenza.
    Me parecen muy interesantes tus apreciaciones sobre ese imposible que he dejado caer, aunque es cierto que la Pragmática no recoge esos aspectos a los que te refieres. Más bien fue la estilística, e incluso la Retórica clasica, la que apuntó y estudió eso que propones de encontrar una formas que desarrollen contenidos; unas estructuras que conduzcan a un "daimon epiritual", en términos estilísticos.
    La relación arbórea supone una taxonomia de la realidad referencial a la que se somete la obra literaria y eso en literatura tiene demasiados contraejemplos. austin publicó en 1962 una obra que viene al hilo de este problema, "Cómo hacer cosas con palabras".
    Por otra parte, en el texto literario no sólo concurre una estructura puramente narrativa, en ella se dan cita la descripción, la exposición, el diálogo (pensemos en Bajtín), la argumentación, etc. y todo tipo textual posible; es esta la tendencia de la última y triste literatura.
    De todas formas, Todorov hablaba de los géneros como un lugar de privilegio y estoy con él, a pesar de que son los genios los que establecen para las ciencias y las letras los modelos que se siguen en el futuro.
    ¡Encantado, anónimo, tu comentario le ha dado aliento a la entrada, gracias!

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