miércoles, 31 de julio de 2013

"EL MUNDO de los vivos encierra ya por sí solo bastantes maravillas y misterios; maravillas y misterios que obran por modo inexplicables sobre nuestras emociones y nuestra inteligencia, ello bastaría casi a justificar que pueda concebirse la vida como un sortilegio", estas palabras de Joseph Conrad, colocadas previamente a la narración de La línea de sombra, las tengo por un párrafo indispensable. Encierra una teoría de la vida y de la literatura con la simpleza y la profundidad de la visión. 

En muchas ocasiones, leemos teorías, ensayos sobre la relación entre la realidad y los fantástico. La narrativa hispanoamericana a partir de los años cuarenta es un ejemplo excelente de membretes y tabulaciones, de lo real maravilloso al realismo mágico. La literatura del siglo XIX ofreció buenas muestras de ello. Realmente, todos los periodos de la literatura poseen ejemplos, formatos, muestras. 

Conrad, como Borges, solucionó la cuestión con claridad y aceptación. El hombre de talento sabe que su palabra solo está hurgando en una franja muy reducida de la realidad y que por muchas páginas y párrafos y palabras que escriba siempre será un minúsculo ejercicio. Así lo entendió Rulfo y Borges y así los grandes poetas. 

La vida y la literatura se diluyen para proyectar un resplandor de promesas.    


martes, 30 de julio de 2013

DE PRONTO, comenzó un viento que me recordó a la bora en Trieste. Estábamos dialogando sobre las figuras en la noche y acerca de la poesía que se escribe en estas décadas. M.C. mostraba su parecer. Puedo asegurar que, después de más de una década junto a ella, no ha cambiado un ápice. Esa enseñanza y fidelidad a la palabra poética auténtica y verdadera ha norteado siempre mi acercamiento a lo literario. 

Trataba de resumirle la lectura de "La revelación mesmérica", de Poe. Al principio estuvimos comentando  la técnica narrativa que Poe había adecuado con magisterio al contenido del relato. Luego, estuvimos indagando sobre la naturaleza misma de lo que se había narrado. Leí, en voz alta, algunos pasajes del diálogo. Volví a repetirlo con parsimonia y recalcando algunas palabras. Cree el lector que cuando se detiene sobre un término y lo silabea y lo subraya está acercándolo a su entendimiento. Eso mismo hacía yo, trataba de transmitirle a M.C. todo lo que se me pasaba por la cabeza.
Ella demuestra que el amor es la superación de la individualidad. En esa pluralidad, el ser es pleno y armónico.

Días gratos, de temperatura excelente. E. y M.C. junto a uno, resguardando mis usuales desmanes e histrionismos. Contemplando naturaleza. Respirando mar. Mis ojos en los ojos del cosmos. Leyendo. Asimilando mi sustancia fugitiva y pasajera, mi muerte venidera y cierta.  


domingo, 28 de julio de 2013

El cielo está marcando nuestra estancia. En estos parajes de la península, el verano posee otra cadencia distinta al sur Atlántico. Sin embargo, esta templanza mediterránea, la caída de esta luz  que tamiza sin sobresaltos, sin restallar sobre los objetos, me agrada en demasía. 
Es una luz que perfila y da pábulo al espíritu. Ayuda a penetrar en la realidad pues nada en ella es discurso de la realidad inventada. Diríase que hay una verdad cada mañana y que sueño con esta luz griega e italiana, tan suya, en sí, aquí en España. 

viernes, 26 de julio de 2013

Frente al Mediterráneo todo es mansedumbre. Escuchamos el mar golpeando las piedras y contemplamos la luna hasta la madrugada. Ayer estaba naranja, entrevirada en las nubes que la noche nos dejaba divisar. E. Dormía vencida por el cansancio, pero M. C.  y uno se defendían de la atracción del sueño.
Cada día considero que dormir es entregarme a un confín y que vivimos una vida demediada entre la sensitiva y la úmnica. Sin embargo, cuando todavía nuestro cuerpo se mantiene erguido debemos proseguir en el cauce del entendimiento. No hay para el hombre tiempos aplazados, no existe el momento ideal de las acciones. Todo para el hombre es voluntad, incluida la creación literaria.

Un sosiego plácido después de atravesar Andalucía de occidente a oriente. En el viaje iba el paisaje transformándose con el mismo galope con que nosotros fuimos siendo otros. 

Al llegar al Cabo de Gata, el mar se impuso al unísono con la piedra. Desde los acantilados observábamos el labriego del mar incesante sobre la piedra. Esa obcecación que sólo en la naturaleza es virtud y es armonía. 

miércoles, julio de 2013

Nos hemos levantado temprano. El sol levantó el vuelo y dejó una claridad sobre el Mediterráneo sorprendente. La noche anterior nos habíamos quedado tratando de interpretar las figuras de la orilla en la noche.
Hemos almorzado pescado frito y unas sardinas. E. Sigue mirándolo todo con su maestría de niña. 

M. C. termina de leer la novela que comenzó  hace unos días. Comenta, en ocasiones, pasajes que sabe que son de mi gusto y los glosa y trata de aplicarlos a la cotidianidad que nos acoge. 


jueves, 25 de julio de 2013

PASAREMOS unos días cerca del Mediterráneo. Iremos a un lugar alejado del occidente peninsular en que la tranquilidad y el sosiego nos ofrezcan la muda contemplación. Escarpado el horizonte, montículos de lomas desérticas. Iré como E., desnuda de espíritu.  


domingo, 21 de julio de 2013

LLEVO varios días leyendo a Poe y jugando al ajedrez. Alterno la lectura con la matemática, la ensoñación con las acciones exactas. Voy conjugando el juego con el deleite y cuando termino de leer un relato voy raudo a acabar la partida -que casi siempre pierdo- de ajedrez. 

Me gustan las blancas, aunque desde esta mañana siempre juego con negras. Cada movimiento está prefijado por el origen y por el devenir. Como los versos de Eliot en Cuatro cuartetos, exactamente con la misma naturaleza. La diferencia radica en una cuestión que Cervantes, venido al caso, no solo soslayó sino que doy la respuesta maestra: la ironía. 

Quizás al escritor de luces, al poeta de pura estación tan solo le quede la ironía y la condescendencia consigo mismo, esto es, una humildad de raigambre, para poder jugar en la literatura con la verdad y con la límpida palabra de niño frente al mundo haciéndose ante sus ojos. 

*** 

Repaso, releo poemas de hace unos años. Detesto el cincelaje sobre los versos escritos hace años, pues si uno tiene que volver sobre ellos eso significa que no fueron revelación.

*** 

Entre tanto, la noche. Después de que la gata negra pariera tres gatitos, fuimos a las marismas del Guadalquivir a su paso por Los Palacios y Villafranca, en Sevilla. El sol quedaba pendiente del deseo de la noche y casi nos coge allí la oscuridad. No hay oscuridad nunca en la noche, me dije, la noche es luz de luz. 

El agua, la tierra, las aves, las luces. Todo marcaba un territorio auroral. Quedaba recogido todo en una esencia en la que uno termina habitando por unos momentos fuera del tiempo. Contemplación de la plácida fisura en la tierra ocupada por el río y colmada de arroz.  

Una tarde mineral como una piel poseída de maravillas, como una piel tatuada con símbolos y mensajes indescifrables. Tanto como el olor a aséptico que despierta en mi consciencia no se sabe qué confín. 


viernes, 19 de julio de 2013

QUIZÁS la palabra nunca haya dicho nada de la realidad.

*** 

La poesía es el discurso superior del hombre pues añade ritmo y música a un silabeo aún primitivo.

 ***

La poesía se acerca al mundo desde su esencia de música.

*** 

Como Orfeo, el tiempo del reconocimiento de lo vivido es en el camino de regreso. Para regresar hay que iniciar un camino desde la intución de Verdad, Belleza y Justicia. 

jueves, 18 de julio de 2013

ES la noche. La noche tan profunda.
Silenciosos destellos y palabras...

Releo la carta de Lord Chandos a Bacon. Algunos pasajes, junto a algunos fragmentos de las cartas de Rilke o de Kafka, los tengo clasificados. Los leo con parsimonia. He decidido que no voy a transcribir ninguno en este diario, porque este cuaderno sigue siendo, tras siete años de escritura continuada, esencialmente un lugar de anotaciones, quizás, de apariciones de lo que realmente soy. 


Chandos expresa cómo en el retiro encontró el estallido de realidad que escapa y malea los límites de las palabras concentradas en un diccionario. Cuando estuvo en su retiro, comprobó cómo lo más cercano, la materia más unida al hombre es siempre inadvertida aun siendo maravilla inexplicable. En esa inmensidad las palabras son meros sucedáneos; acaso el poeta comprende que la lengua (y los lenguajes) no han dicho nunca lo que es. La realidad no sucede sucesivamente, es un todo, polifonía, armonía cuando brota verdadera. 

De tal manera observo el cuerpo de esta bitácora. Miles de palabras, giros, cientos de ideas acumuladas, lecturas y vivencias prescindibles todas para que lo que hubiera ocurrido en mi consciencia sucediera. Chandos, trasunto de Hoffmannsthal, llega a la evidencia de que los conceptos instaurados a través de las palabras, la meras palabras, es una insuficiencia frente al cosmos. Expresa el poeta la sensación de haber entendido la fusión entre lo material y lo espiritual como un todo. En este punto me encuentro. 





martes, 16 de julio de 2013

UNA de las instituciones culturales que ha terminado por derrumbarse es la librería. Ayer, cuando terminé la visita, me inundó una preocupación que nunca antes me había golpeado de esa manera. Visitar una librería, indagar en sus baldas los títulos conocidos en ediciones nuevas, sorprenderse con la reedición de obras inencontrables, hallar la sorpresa de un libro que desconocíamos, hojear un manual que anhelamos desde hace décadas o simplemente imaginar que uno vive allí en cada una de las metamorfosis que proponen las estantería, todo ello ha terminado. Terminó hace tiempo, quizás, pero lo evidencié ayer con mucha claridad. 

No hay fondos y la poca literatura que se vende en estos recintos de bolígrafos, marcapáginas, flexos y demás cachibaches están, casi todos, en una edición de bolsillo con una página que, al poco contacto con la brisa y la humedad, es carnaza para la carcoma. Son libros flotantes, me dije, metáforas de la literatura para el hombre contemporáneo. Un lector avezado sabe que la lectura se termina convirtiendo las más de las veces en relectura y que la edición del libro que ha escogido para inicar esas letras en su memoria es crucial. Ayer escribía sobre cómo el conocimiento se crea en el acercamiento al conocimiento, en esa imagen mental que el individuo proyecta sobre l que va a comenzar a contener en sí mismo. Ahora, en estas décadas, el lector realiza lecturas de paso, de mero entretenimiento. Las ediciones no suponen nada porque lo que contienen será olvidadizo.  

Estas librerías de ahora evidencian el nuevo tipo de lector. Es obvio que ha bajado el nivel de las lecturas por diversos motivos, pero es evidente que antes en una librería uno ppdía estar horas leyendo los títulos y, en las circunstancias actuales, no aguanto más de veinte minutos, incluido el tiempo de la caja. 

Aprendí a estudiar, a leer en algunas librerías. Las combinaba con las librerías de lance, pero sucede que ya únicamente estas últimas me atraen y me conmueven como antaño las llamadas librerías de nuevo. Creo que, al fin, cerrarán las librerías o se convertirán en expendidurías de libros electrónicos.
No son ya ni el reducto de la avanzadilla cultural de los pieblos o ciudades. 
 
Para colm, no hay poesía en las librerías al uso. Se acerca uno al estante marcado por un triste letrero que reza "Poesía" y se encuentra con los libros de los poetastros de los últimos treinta años con las lavadoras y los detergentes...tanta bazofia acumulada y mostrada al mundo como poesía. 

Tendrá uno que ir acostumbrándose a esta falta, a esta ausencia y quedarse con el recuerdo en el que uno visitaba las librerías, casi sin dinero, para simplemente azuzar el espíritu y la condición en el mundo. 
 

 

lunes, 15 de julio de 2013

LIBROS encima de la mesa de todos los pelajes. Poesías, ensayos, novelas que presentan múltiples temas entrelazados por el ánimo del lector que lo jalona todo. La maquinaria de la lectura. Al verlos en la mañana pienso que las bibliotecas conforman el itinerario de toda una vida, que terminan siendo la cartografía de los intereses particulares, de los estados de ánimo, incluso, de los compromisos del lector o de los lectores que han ido edificándolas. 

Así, los libros que uno selecciona en una tarde o durante unas semanas y que deja encima de los sillones o en una silla del salón o en la cocina son las boyas que evidencian cuáles son nuestras inquietudes durante esos días. Es cierto que de esas selecciones esporádicas nunca se hace cuenta el lector, pues su memoria se va conformando con un todo, en un cauce profundo. Sabe el lector que esa eventualidad será sustituida por otra y por otra más pasadas las semanas y que lo que hoy nos desvela y nos conmociona puede que mañana quede aletargado en una esquina de las baldas como meros testimonios del paso de nuestra consciencia por el asunto. El lector sabe de su frugal condición, pero jamás la abandona por finita. Su vida es selección continuada, y ¿no lo es al fin la vida misma? 

Esa naturaleza del lector me conmueve, me resulta una sinécdoque de nuestra condición, pues encuentro pocas similitudes tan ajustadas a la vida como esta que menciono. Sabe el lector que su labor es insondable, que siempre habrá un volumen que jamás leyó, que su deseo será irrealizable. Una acción que se va haciendo lentamente, con el paso del tiempo vivido y contra todas las argucias de la vida contemporánea. Incluso podríamos afirmar que el lector, en estas décadas de imperio tecnológico y, sobre todo, audiovisual, ha quedado relegado como figura de antaño, que guardaba silencio frente a un texto durante horas, días, semanas, meses. 

Tengo la convicción de que el conocimiento no es algo que comience en el conocimiento mismo. Cómo nos acercamos al mismo, cómo estructuramos la relación que mantenemos con él nos condiciona. La lectura silenciosa, en papel, con un lápiz en la mano que subraya pasajes, ideas, que escribe la propia lectura. Pocas cosas van perfilándose tan claramente como la acción de leer. Leer para vivir, con Flaubert.  


sábado, 13 de julio de 2013

SOMOS, la mayoría del tiempo, lo inexplicable.

*** 

Los dioses son donde los hombres no pueden ser.

*** 

La poesía y, sobre todo, la música, establecen relaciones con lo invisible que ni el poeta ni el músico pueden explicar. No es necesario hacerlo para su plena existencia; en cualquier caso, solo colma el ego del mediador. Nada más. 

*** 

El poeta que atisba esa consciencia revelada es tentado por la soledad sonora, por la noche oscura.

jueves, 11 de julio de 2013

TRATO de expresar y de comunicarme con el mundo en un lenguaje que se aparte de las trabas y y de los límites sintácticos de mi lengua materna, la española y, en definitiva, de la comunicación verbal sea cual sea su naturaleza. A ello sumo la ausencia de todas las extrañezas de lenguas aprendidas a lo largo de la vida. Incluso, y eso me ha costado ejercerlo en la consciencia, he alejado el lenguaje musical de mi memoria, acaso la forma de creación más pura y universal. He querido, en fin, hacer inexistentes todos los mecanismos y lenguajes con los que alguna vez expresé al mundo, como humano, alguna respuesta al espíritu de este tiempo, a lo contemporáneo. Debe uno alcanzar el espíritu de lo venidero, que es el perenne, y adentrarse en la esfera en que la palabra lo abarca todo para no decir nada. 

Nuestra naturaleza como mortales nos impide ejecutar esta transición que convoca las luces y las sombras en una sola forma. Esto se consigue leyendo los textos que contienen lo que Platón llamaba la semilla mortal, la simiente perpetua de la verdad.  

Es el silencio lo que acontece cuando uno ejerce su consciencia y la fuerza a esta otra dimensión de lo real, de lo real velado. Lo sentido de forma unilateral y tamizado por los sentidos unívocos, ajustados a la utilidad, a su valor práctico, a la justificación inmediata, van adquiriendo la naturaleza del espíritu de la profundidad. 

Sentido y contrasentido, luz y oscuridad, uno demediado en dos o tres o múltiples realidades que parecen una sola cosa, una mismidad. Es una reversión a lo originario, a lo intuido, a la topografía del conocimiento en que los métodos positivistas tan poco pueden aportar. Dice Jung en su Libro rojo:

"La totalidad del alma, es decir, el sí-mismo, representa una conjunción de opuestos. Sin sombra tampoco el sí-mismo es real". 

La evidencia de estos fenómenos externos que captamos o apenas atisbamos son símbolos. Por tanto, no podemos entender todo esto como ensoñaciones, alucinaciones pasajeras, estados eventuales de una mente desabrida y fuera de toda razón. Antes al contrario, el poeta -y aquí lo nombro con mucho cuidado- asiste al comienzo de un camino que le es revelado. Esa revelación necesita la acción y la palabra es la acción, por eso es el principio en los textos sagrados. 

Esta realidad completa al todo, nos completa como seres. En este sentido, escribió Goethe al final de su Fausto:

Todo lo transitorio
no es más que símbolo;
lo imperfecto
aquí halla su acabamiento;
lo inefable,
aquí se torna acto"

Suena Wagner, el comienzo de El anillo de los Nibelungos y tan solo me dedico a respirar profundamente. Contengo el mundo en cada respiración y me entrego al mundo en cada respiración. Al fondo, en los ecos el unus mundus, el mundus archetypus y el deseo, como afirmaba Jung, de que se produzca el esse in anima

   

martes, 9 de julio de 2013

EL DOCTOR le había diagnosticado una parálisis al músico avejentado. Apoplejía, dijo el doctor Jenkins, ceremonioso. Schmidt insistió con sus preguntas, ¿podrá, al menos, volver a trabajar? Eso nunca más, contestó el doctor. Hemos conservado al hombre, pero al músico lo hemos perdido.

Es un pasaje que ilustra el desconocimiento de la ciencia sobre lo velado. No son fuerzas medibles, impulsos que puedan cuantificarse en grado alguno, medidas milimétricas o subatómicas que no conduzcan, precisamente, a absurdos y desconciertos. Estamos ante el proceso de la creación revelada, la más excelsa, acaso la única que posee el alud de permanencia. La acción que sigue siendo inexplicable para el mortal. 

Trato de rememorar el pasaje que relata Zweig en Momentos estelares de la humanidad. Pasados unos meses, tras una evolución asombrosa, Händel compone de un tirón su obra magna, El Mesías. Fue otra revelación, pues solo en las creaciones puras suceden acciones de esa magnitud en el espíritu.

De un tiempo a esta parte voy comprendiendo algunos asuntos que antes solo eran tanteos, explicaciones banales y hueras. Esas lábiles palabras eran lo que me hacía estar en el mundo, intentar ser. Por este motivo, la evidente incomprensión de la mayoría de las realidades que cohabitan en esta realidad y que son apreciables y sensitivas o meramente  intuidas siempre se desenvuelven con otros mecanismos, con una fuerza que entrañan otra disposición de la que nunca sabré decir nada, pues es inefable. Es el estado del silencio y la soledad. A diferencia de la música, en que el silencio no es antecesor ni marca alguna de fin, sino que se integrar en la misma armonía, la poesía ha tratado de utilizar el silencio como un recurso para llevar la palabra al límite. No creo que el silencio establezca ningún límite, el silencio es esencia de la palabra polifónica.    


Claridad, luz sonora, humildad son los atributos con los que Zweig coloca la escena en el imaginario del lector. Aclara lo sucedido con inmejorables prosa: “De nuevo había encontrado el lenguaje con el que hablaba con Dios, con la eternidad y con los demás mortales". Y queda uno contemplando estas palabras, negro sobre blanco, absorto, meditabundo, alejado de los corifeos y las camarillas.  

domingo, 7 de julio de 2013

I

EL LIBRO de Séneca que más me sorprende es Naturales quaestiones. En el Libro I he encontrado no pocas claves que, en lo más personal, siempre he perseguido y tenido la intuición de que son necesarias, fundamentales, para encauzar la palabra literaria en la corriente de lo universal. Se pregunta Séneca -y nos hace preguntarnos a nosotros como Lucilio-: "Qué es dios? La mente del universo. ¿Qué es dios? El todo que ves y el todo que no ves". Prosigue con unas aclaraciones a estos conceptos que tratan de dilucidar las diferncias entre los mortales y la naturlaeza de dios: "Lo mejor de nosotros es el espíritu, en él nada existe aparte del espíritu. Todo él es razón, mientras que a los mortales los domina una confusión de tales proporcones que eso, a lo que nada sobrepasa en belleza ni en ordenación y fidelidad a lo planeado, los hombres lo consideran casual, reversible por el azar y, por ello, desordenado [...]".

Séneca se propone la tarea de entender qué es dios en todas las cosas de naturaleza, en las realidad dada, ya establecidas por orden y armonía de la fuerza ordenante. Su propósito está motivado por un interés mayor: saber, dice, una vez que tenga la medida de dios, que todo lo demás es pequeño. 

Sin embargo, la sentencia que dejo siempre en la memoria, tras a lectura gozosa y sabia de estas páginas, es la siguiente: "Ah, qué despreciable es el hombre, si no consigue elevarse por encima de lo humano!". 

*** 

La mañana es un carrusel de luces y yo me recuerdo en Venecia. El verano es Italia, puramente la tierra italiana. Ella me mostró hasta la altura de la belleza y cómo el amor posee sus mecanismos como el sur sus aires. Cada paso recorrido, cada ciudad visitada, cada rincón y cada paisaje siguen percutiendo en la memoria siempre que me dispongo a escribir o a pensar o a revelar el espíritu sobre lo humnao. Italia fue el lugar en que entendí que es despreciable ser hombre, meramente hombre, un hombre solo y engreído. 


jueves, 4 de julio de 2013

ORIGEN

EL MENSAJERO celeste aparece a las puertas del sexto círculo. En este punto, Virgilio dice: 

Vosotros que tenéis la mente sana,
observad la doctrina que se esconde
bajo el velo de versos enigmáticos.

La llegada del mensajero es así descrita por Dante: "Me destapó los ojos[...] Luego, tomó el camino cenagoso sin decirnos palabra. 

*** 

"Deja que todo te suceda: la belleza y el espanto", Rainer Maria Rilke, El Libro de las horas.

En Toledo, tras contemplar las pinturas de El Greco y del estupor que le produjo aquel paraje al que había acudido casi por una revelación o un sueño, comenzó a escribir la sexta Elegía:

Suponiendo que un ángel me estrechara
súbitamente contra su corazón: mi ser se extinguiría con su intensa presencia. 


Rilke dirá de Toledo: "No hay nada como Toledo que dé una imagen tan elevada de lo suprasensible; las cosas tienen allí una intensidad que no es común, y que no es visible a diario: la intensidad de una aparición". 

La tarde se declina con la presencia de Parsifal y con la lectura de la Oda XI, de fray Luis de León, dedicada al licenciado Juan de Grial. El ameno verdor de la tarde va lentamente sucumbiendo a la noche. Colocan un disco, es Mozart, el concierto de Flauta y el quinteto para clarinete; me recuerdo por un instante en el sendero, en Trieste, caminando por los acantilados, donde todo fue azul y delicia, terror y convencimiento, por allí, por donde existió para mi memoria la sexta puerta en la que me esperaban.  








miércoles, 3 de julio de 2013

ORIGEN

LAS tardes de verano eran de música. Recóndita armonía que era una plenitud a la que no podía renunciar. Recuerdo los quintetos para clarinete de Brahms y las sinfonías de Beethoven. Los veranos eran un cauce de interminables dimensiones, cargados de símbolos que, con el tiempo, siguen perpetuándose y zumbando en mi consciencia.

Hace unos minutos volvía a sonar el quinteto de Brahms. E. estaba jugando con mis orejas. Tiraba de ellas, las pellizcaba mientras los sones iban trazando en la memoria recodos y recónditas presencias de armonía. Ha sido la vida y la paz, el estado al que el hombre llega y quizás casi no sobrepase nunca. Nuestra condición es la primera y última consciencia. No somos más porque no podemos serlo, ni siquiera tenemos la sustancia de los dioses. Somos edad sin tiempo, cuerpo. Tránsito y fuga. 

El hombre, como señalaba Leopardi, debe albergar en su pensamiento la compasión por sí mismo y la complacencia. No señalo con estas palabras un falso consuelo, sino una compasión con la especie. Esa es una de las revelaciones vitales: no somos nada más que nadie. 

Leopardi asumía que el género humano no creerá nunca no saber nada, no ser nada, no poder llegar a alcanzar nada. En su italiano estiloso del Diálogo entre Tristán y un amigo: "Il genere umano non crederà mai né di non saper nulla, né di non essere nulla, né di non aver nulla a sperare". 

Se requiere de una fortaleza de ánimo, de un espíritu renovado que ha dejado de ser para poder seguir siendo. Esto sucede en pocos instantes, en un haz de deslumbramiento que puede conducir a una negación absoluta de todo, a renegar de todo lo existente al comienzo de esa consciencia. posteriormente, la virtud está en la armonía. Quizás la existencia de todo suceda en polifonía y los hombres solo podamos entender una mínima secuencia de esas órbitas. Quizás, como decía, las revelaciones ocurren cuando el escritor asoma, minúscula estación, en un ínfimo territorio de ese estadio sucesivo, de polifonía no de la vida humana, sino del cosmos, de la existencia plena.

Es, en este punto, cuando el poeta se encuentra con el problema mayor de la poesía, con el jardín de senderos que se bifurcan. La poesía como religión inexcusable a pesar de todo. la lucha continua o la poesía vivida, únicamente aceptada en sí misma a menos que sufra el poeta la revelación dadora de palabra verdadera. En un camino u otro, el poeta debe aceptar y comprender. No es insuficiencia de la palabra por nombrar la cosa; ni la poca entidad por nombrar la cosa lo que lleva al silencio. Nunca el silencio es negación de la palabra. 

El silencio es el territorio que incluye a la plabra, la precede, la sobrepasa, la abriga, la relega de nuevo a su ausencia. Eso se entiende en el rumor oculto de la soledad, no rodeado de cantares y centinelas de las sombras. Soledad polifónica, silencio nutricio, palabra jamás silabeada. Platón prefería el diálogo en oral en la memoria que la palabra huera.   

ORIGEN

EL HOMBRE debe ser superficie de eternidades.

*** 

Eres edad sin tiempo.

*** 

Leo el poma de Leopardi "El pensamiento dominante" poseído por un furor y un delirio.

*** 

Leo el pema de Rilke "A la música" en la noche de la noche. 

ORIGEN

LAS tardes de verano eran de música. Recóndita armonía que era una plenitud a la que no podía renunciar. Recuerdo los quintetos para clarinete de Brahms y las sinfonías de Beethoven. Los veranos eran un cauce de interminables dimensiones, cargados de símbolos que, con el tiempo, siguen perpetuándose y zumbando en mi consciencia.

Hace unos minutos volvía a sonar el quinteto de Brahms. E. estaba jugando con mis orejas. Tiraba de ellas, las pellizcaba mientras los sones iban trazando en la memoria recodos y recónditas presencias de armonía. Ha sido la vida y la paz, el estado al que el hombre llega y quizás casi no sobrepase nunca. Nuestra condición es la primera y última consciencia. No somos más porque no podemos serlo, ni siquiera tenemos la sustancia de los dioses. Somos edad sin tiempo, cuerpo. Tránsito y fuga. 

El hombre, como señalaba Leopardi, debe albergar en su pensamiento la compasión por sí mismo y la complacencia. No señalo con estas palabras un falso consuelo, sino una compasión con la especie. Esa es una de las revelaciones vitales: no somos nada más que nadie. 

Leopardi asumía que el género humano no creerá nunca no saber nada, no ser nada, no poder llegar a alcanzar nada. En su italiano estiloso del Diálogo entre Tristán y un amigo: "Il genere umano non crederà mai né di non saper nulla, né di non essere nulla, né di non aver nulla a sperare". 

Se requiere de una fortaleza de ánimo, de un espíritu renovado que ha dejado de ser para poder seguir siendo. Esto sucede en pocos instantes, en un haz de deslumbramiento que puede conducir a una negación absoluta de todo, a renegar de todo lo existente al comienzo de esa consciencia. posteriormente, la virtud está en la armonía. Quizás la existencia de todo suceda en polifonía y los hombres solo podamos entender una mínima secuencia de esas órbitas. Quizás, como decía, las revelaciones ocurren cuando el escritor asoma, minúscula estación, en un ínfimo territorio de ese estadio sucesivo, de polifonía no de la vida humana, sino del cosmos, de la existencia plena.

Es, en este punto, cuando el poeta se encuentra con el problema mayor de la poesía, con el jardín de senderos que se bifurcan. La poesía como religión inexcusable a pesar de todo. la lucha continua o la poesía vivida, únicamente aceptada en sí misma a menos que sufra el poeta la revelación dadora de palabra verdadera. En un camino u otro, el poeta debe aceptar y comprender. No es insuficiencia de la palabra por nombrar la cosa; ni la poca entidad por nombrar la cosa lo que lleva al silencio. Nunca el silencio es negación de la palabra. 

El silencio es el territorio que incluye a la plabra, la precede, la sobrepasa, la abriga, la relega de nuevo a su ausencia. Eso se entiende en el rumor oculto de la soledad, no rodeado de cantares y centinelas de las sombras. Soledad polifónica, silencio nutricio, palabra jamás silabeada. Platón prefería el diálogo en oral en la memoria que la palabra huera.   

martes, 2 de julio de 2013

ORIGEN

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ lo vio todo, contuvo una precognición con la que luchó toda su vida. Esa era la rosa, la palabra, el tiempo, su caudal de bellezas y su unidad de delirios. El poeta sabía de la terrorífica libertad de la renuncia que concede la plena consciencia.
La palabras es la acción que nos define como humanos, como hombres en el cosmos, en la vida, pero tan solo es un estadio intermedio de la comprensión. Silencio yermo, palabra fructífera, silencio nutritivo, esa es la parábola de la consciencia. La palabra, y con ella, por supuesto, la poesía, es un pasaje, un camino de iniciación que debe ser abandonado a tiempo, antes de que el poeta piense que el camino es infinito y el fin está en sí mismo. No hay principio y fin para el poeta. 

La acción fundametal del poeta está en la renuncia, en el conocimiento de la insignificancia de la poesía y de su persona sobre todo. No me estoy refiriendo a la incapacidad de la palabra pr nmbrar el mundo. Esto es adjunto al hecho que trato. Señalo la insignificancia de la palabra en la talla del universo.
En ese punto, en esa reflexión es  cuando arranca la verdad. El desasosiego. También cuando la lectura se alza, entonces, como la única y verdadera forma de seguir viviendo.

Juan Ramón lo vio todo, pero él estaba en el amor, en un amor infinito e idílico al poema. Convirtió su vida en poema, en un cauce infinito y único. Vida y poesía brotaban del mismo origen. Esto era incomprensible para el resto de poetas que lo rodeban y que pretendían cambiar el mundo con la poesía. ¿Lo entiendes ahora?, me digo en silencio. El que trate de cambiar el mundo con la poesía es el antipoeta más absoluto,el más inconsciente.  JRJ:

El más acá, el aquí, el presente
desnudo de verdad
mía (¿y qué jente?)
La eternidad.

Es el poeta que ha recibido la revelación. La revelación es la manera de explicar la creación humana que no se resguarda en causas y consecuancias razonadas. María Zambrano lo lamaba razones luminosas y ella había desembocado en este estado de consciencia a través de la palabra y la filosofía. El propio JRJ lo explica a la perfección en este otro poema:

Iluminada, mi cabeza, alta en el mundo oscuro
¿Es la semilla iluminada de otro y mas bello mundo?

Cuanto más leo a los poetas verdaderos más alejado me encuentro de la palabra. Ellos, sus creaciones, me lajena de la palabra. En estos momentos, no creo en la palabra. Es superada a poco que contemple. Es rudimentaria, escasa, artificial. Solo la palabra que se armoniza con ritmos y música, la que se aproxima a la música pudiera ser portadora de revelaciones perpetuas que muestran, en contadas casiones, qué es el hombre. 

Todo lo que no es humano es sin palabras. Solo lo humano es palabra, por tanto, qué insignificante la palabra, tanto como lo humano.