jueves, 4 de julio de 2013

ORIGEN

EL MENSAJERO celeste aparece a las puertas del sexto círculo. En este punto, Virgilio dice: 

Vosotros que tenéis la mente sana,
observad la doctrina que se esconde
bajo el velo de versos enigmáticos.

La llegada del mensajero es así descrita por Dante: "Me destapó los ojos[...] Luego, tomó el camino cenagoso sin decirnos palabra. 

*** 

"Deja que todo te suceda: la belleza y el espanto", Rainer Maria Rilke, El Libro de las horas.

En Toledo, tras contemplar las pinturas de El Greco y del estupor que le produjo aquel paraje al que había acudido casi por una revelación o un sueño, comenzó a escribir la sexta Elegía:

Suponiendo que un ángel me estrechara
súbitamente contra su corazón: mi ser se extinguiría con su intensa presencia. 


Rilke dirá de Toledo: "No hay nada como Toledo que dé una imagen tan elevada de lo suprasensible; las cosas tienen allí una intensidad que no es común, y que no es visible a diario: la intensidad de una aparición". 

La tarde se declina con la presencia de Parsifal y con la lectura de la Oda XI, de fray Luis de León, dedicada al licenciado Juan de Grial. El ameno verdor de la tarde va lentamente sucumbiendo a la noche. Colocan un disco, es Mozart, el concierto de Flauta y el quinteto para clarinete; me recuerdo por un instante en el sendero, en Trieste, caminando por los acantilados, donde todo fue azul y delicia, terror y convencimiento, por allí, por donde existió para mi memoria la sexta puerta en la que me esperaban.