lunes, 2 de noviembre de 2015

LA literatura ha venido describiendo, explorando las dimensiones de lo que hemos ido siendo hasta ahora; ningún discurso ha narrado la naturaleza humana como la literatura, narrar en el sentido etimológico de fabular, de establecer la relaciones de la  naturaleza humana, de las formas razonadas que tratan de confrontar lo que somos con lo que deseamos ser.

Aunque existe un hiato insalvable entre el ser y el decir, una elipsis inenarrable que deviene de la condición demediada del mortal, del que vive intensamente con consciencia de la muerte. Ese territorio es el que detona el silencio y la soledad en el escritor a pesar de su incursiones verbales, contra todo lo que aparentemente parece yermo pero que, al destello de las palabras, despierta en los otros con la lectura la acción ética de leer.