Leer, vivir, contemplar. Puede que la verdad no se conozca nunca, mas el afán de perpetuarse en su búsqueda es fervor de quietud y de esencia.
Afirma el maestro Eckart: "Lo esencial es quietud". Y la quietud es la conformación aparente de un equilibrio, de una armonía. Aparente porque en su confabulación son inevitables los movimientos internos hacia lo que Hölderlin llamaba "lo incierto".
Leo después a Miguel de Molinos, su Guía espiritual: "El camino para llegar a aquel alto estado del ánimo reformado, por donde inmediatamente se llega al sumo bien, a nuestro primer origen y suma paz, es la nada".
Precisamente, la época contemporánea es contraria a lo esencial y, en consecuencia, a la quietud y la contemplación interna. El conocimiento interno de cada cual se diluye en el rugido permanente de la sociedad. Los escritores no dicen con la advertencia de la palabra dadora de realidad, sino con el convencimiento marchito de la política y otros amaneramientos.