VA LLEGANDO la noche. El día se va acompasando en su término y última estación. Con ellos, algo de mí sucumbe y se entrega. Es un confín, una ensoñación que desde hace meses supura en mi consciencia.
Cada vez me incumbe menos la escritura y me acostumbro a vivir, a ir sometiendo el sonido del verbo al silencio polifónico del interior. Pareciera que con la lectura es suficiente y que todo lo demás es aledaño, pantomima, encrespadas acciones del ego. Leer, verbo de belleza ética y moral.
Ser y estar plenamente, en la piel de E., en el olor del campo, en la caída de la luz donde el sur se hace sigilosa delicia.