ESCRIBIó Pessoa un hermoso y recoleto texto que condensa toda una teoría de la vida y de las ideas. Incluso cabe añadir que podríamos extraer de su lectura una lección de estética. Pensaba en estas disquisiciones cuando terminaba de releer un párrafo del portugués:
"Hay una erudición del conocimiento, que es propiamente lo que se llama erudición, y hay una erudición del entendimiento, que es lo que se llama cultura. Pero hay también una erudición de la sensibilidad".
Pasadas las líneas, el poeta portugués ahonda en estas precisiones tan propias de su escritura y de su cosmovisión:
"La erudición de la sensibilidad nada tiene que ver con la experiencia de la vida. La experiencia de la vida nada enseña, lo mismo que la historia nada enseña".
Estas apreciaciones comienzan a tomar otros aires y a presentar exploraciones semánticas que es lo que más me fascinan de Pessoa. La inalterable sensación del ensueño, la maníaca lucha contra la ensoñación a que someten los sentidos y la palabra misma, en definitiva, del impulso en que Pessoa comienza a recorrer de la filosofía a la literatura filtrando en una lo que fecunda la otra:
"La verdadera experiencia consiste en restringir el contacto con la realidad y aumentar el análisis de ese contacto. Así, la sensibilidad se ensancha y profundiza, porque en nosotros está todo; basta que los busquemos y lo sepamos buscar".