CHÉJOV dejó un escrito único, originalmente literario. Se titula "¿Qué es lo que más se da en las novelas, relatos, etcétera?". El resultado del artefacto literario siempre me ha recordado a George Perec; o, en mejor decir, siempre he pensado que Geroge Perec había leído este fragmento como fórmula modélica con que encauzar su propuesta estética. No podemos olvidar que, en el escrito de Chéjov no pasa nada: no hay trama, ni fábula...pero sí ficción y un autor que, con la necesaria presencia del lector activo, terminan por edificar un texto literario.
El texto de Chéjov es Borges igualmente. Borges, Perec, Chejov e, incluso Flaubert, -pero antes, Cervantes-, quisieron hacinar en sus narraciones cómo las palabras conforman la concepción de la realidad o, lo que es lo mismo, cómo concebimos la realidad a partir de la nominación de la misma.
Dado el caso que tenemos por delante, el de Chéjov, quiero decir, el de Chéjov, pero también el de Pérec y el de Borges y el de Cervantes, incluso el de Apolodoro, con su Biblioteca, sin olvidarnos de Lewis Carroll o Cortázar, lo más fructífero será leer con detenimiento y pausa el escrito de Chéjov. Pero, ¿qué propone el escrito de Chéjov?
Una sucesión de nombres adjetivados, bien complementados; un río sucesivo de nombramientos que, a la postre, revienta los límites de la realidad y los somete al de la ficción. ¿Es, por tanto, el de Chéjov un texto de ficción? Puramente, como suelo decir en las últimas semanas. Nombrar, sin más, sin que suceda nada, ninguna historia entre ellas, es literatura.
Aunque, claro está, los que siempre manifiestan su perturbación y llegan incluso al suicidio sonoro de la palabra, al ahorcamiento ágrafo de la realidad, son los poetas.