Encarnación
de lo simbólico.
Música
y belleza.
Descenso a los límites de lo mortal:
conocimiento solo en la memoria, pues si hubiera podido reconocer sus pasos
hubiera podido volver siempre convocando sus huellas. La memoria es siempre proyección parcial y subjetiva. El poeta debe por terminar dejando de ser.
El poeta no conoce de una
vez para otra sus marcas, sus rastros, solo le cabe tañer, doloroso, su lira
nueva. Acaso un reconocimiento atisbado
que, entonces, lo llevará al silencio; ya no necesita renovar su canto. En poesía, como en el arte, no existe la superación. Transformación y permanencia.