jueves, 23 de octubre de 2014

DÍAS, idas y venidas, contratiempos. He paseado esta tarde con E. y he vivido. De su mano, ella iba apaciguando los contrarios, los míos, los que me habitan y desasosiegan. A su lado, con sus juegos, sus ideas ya trenzadas en aspavientos a la lengua, sus preguntas, su desnuda mirada, su tacto al aire, el confín de su figura en mis ojos. 

Una mezcla de lecturas poéticas: Boecio, Leopardi, T.S.Eliot. Distintos, igualmente verdaderos. A Boecio no hago más que releerlo una y otra vez; lo mismo que con Leopardi. No quiere uno volverse sordo a la lira, como el asno de Esopo, y por ello recurro a la música serena y limpia de estos autores que, a pesar de que respondan a gustos personales, siempre despiertan lo que Boecio llama "el vigor primero de las cosas", el vigor primero de la luz.
Junto a estos libros descansa el nuevo poemario de Jacobo Cortines, Nombre entre nombres, que llegó ayer por la mañana y que he leído en dos ocasiones al completo. La lentitud en la dicción, -si es posible esta descripción-, la serenidad, la contemplación, los hábitos del hombre que va deshaciéndose de la vida en ausencias, llamaradas del recuerdo; de quien lo proyecta todo en un imaginario origen del que nunca quiso zafarse.