martes, 7 de octubre de 2014

TUVE que ir a recogerlo a la oficina de Correos que está en el centro de la ciudad. Aproveché la ocasión para darme un paseo en la mañana por las frescas y limpias calles del centro histórico. Estaba extrañado con el motivo de esta recogida, ya que en los datos que aportaba la carta certificada no terminaba uno de advertir que había sido Ángel quien me había enviado un libro. Un menudo y recogido libro que tanto gusto me dio a la postre. 

Cuando abrí el pequeño sobre pude comprobar que el poeta me había enviado una edición facsímil de Manuel de espumas de Gerardo Diego acompañada de una postal escrita a mano. leer las cartas de Ángel, sus postales, resultan un ejercicio de reconforte y solemnidad para mí.  Gerardo Diego es para Á.G.L es un maestro y un escritor de quien, cuando lo rememora, extrae sus máximas virtudes de forma confesional. Recuerdo una caminata por las calles de Cádiz con él y cómo, a cada momento, se refería a él como "maestro" y no dejaba de recordarme anécdotas, consejos, pasajes de su amistad con el mismo. 
Publicado en 1924 el libro se incardina en el pleno fervor creacionismo que insufló Huidrobo y vanguardista en general.  hay pasajes muy parecidos a Altazor y versos casi idénticos. No es esta la etapa que más me apasiona de Gerardo Diego y son otros los trabajos que admiro del poeta de marras, sin embargo el envío posee una doble sentimentalidad que acojo con emoción. 
En un poema titulado "Alegoría" hay un verso que me gustaría que concluyera esta nota, pues mixtura vida y palabra hasta confundirlas:

Vedme aquí caminando sobre mi propio verso