domingo, 30 de octubre de 2016

F. interpreta el concierto de violín de Beethoven

LA MAÑANA es inaudita. Los cuatro estamos tratando de acomodarnos en el hogar, a las nuevas realidades. E. interviene a cada lance con preguntas; F. mientras tanto, interpreta el concierto de violín de Beethoven que nos envuelve.
Trato de que la música sea uno más entre nosotros pues puede que ella hilvane el sentido de estirpe que nos une y no vemos, que ella establezca las relación es cenitales que nos hacen así y no de otra forma y que no sabemos apreciar en su superficie. F. escucha, ya fuera del silencio amniótico, la polifonía, los acordes, el timbre de los instrumentos y creo que ese es el lenguaje que más se acerca a él, a su estado actual, mejor que las nulas palabras que le dirigimos.

*** 

Tólstoi me lleva siempre a fray Luis de León, pues en el fondo los dos autores no hicieron más que desarrollar el tópico antiguo del hombre cristiano y estoico, el secessus  o apartamiento del mundo para tratar de entender el mundo. 
La poesía de fray Luis propone una introspección en los temas capitales de nuestra cultura, de esa cultura que ya va desapareciendo y que poco a poco va derrumbándose: Propercio, Horacio, Aristóteles, la Biblia, el estoicismo, las pasiones humanas y, entre ellas, un tema de suma modernidad: la oposición, la relación en poesía y vida. La poesía como estación sublime de la vida, como estadio de luz para las horas del mortal. Un hombre retirado del ruido intenso e infame del mundo y resguardado en los ecos constantes de la poesía.