LA geografía visionaria es la geografía de la poesía. El simbolismo del paisaje, por muy real y concreto que se eleve, es siempre transmutado al símbolo cuando la palabra literaria lo fecunda. Los místicos persas llamaban a ese lugar "mundo de Hûgalayá" o también barzakh. Este último término indica que no estamos nombrando un lugar, un "allí", un espacio definido, sino un lugar en transformación. La poesía es eso mismo, nombra la transformación y la permanencia.
Todo, en puridad, es como la imagen epifánica de los espejos. Speculum mundi y palabra de vuelta que circula en el tiempo permanente de lo bello.