FAURÉ deseaba huir del sentido macabro y siniestro de la muerte en las composiciones musicales. Anhelaba un canto que fuera "arrullo de la muerte" y que propusiera una sagaz forma y armonía que confrontara la humanidad con la muerte misma. Replicantes en la música con arpas que representan fibras celestiales.
La muerte de sus padres amparan el comienzo y el cierre del tiempo en que fue escrita la obra. El propio músico llegaba a manifestar que la muerte era un acto de liberación cósmico. La muerte en el Romanticismo entendida como una sucesión, un rito de paso hacia la otra dimensión de la vida que, aunque desconocida, adquiere la pertenencia a lo incognoscible. Y en esa materia que la poesía trata de agarrar como un huracán contenido poco o nada poco decir. Solo la música es la única manifestación humana que nos acerca a la naturaleza nuestra, profunda, interna, que jamás conoceros. Por este motivo, escuchar música, como la de Faurè, es un acto de entendimiento y reflexión de la condición humana.