PLATÓN en Libre de la tormenta, de J.S.M. Es tan notoria su presencia. La tormenta, en la lectura de este libro, se vive amparado no por el platonismo, sino por una vivencia platónica de la vida y de la literatura. Las dos comparten la misma esencia y así se nomina cuando el poeta escribe en "Trece": "La verdad es una esencia subida en una encina".
Más tarde, afirma en "Mil": "Dice el aire que todo es mentira, que nada es lo que parece". Este pasaje está laminado por las improntas de los presocráticos y remozada en la idea platónica de los conceptos definitivos y absolutos. Todo llevado a la vida y a la literatura, ¿puede ser de otra forma, acaso?
En "cincuenta y tres", el poeta acerca el fuego de la razón de las ideas a la poesía: "El tono en la obra poética de un autor es una sucesión de matices purificados tras la eliminación de los desvíos".
Por último, anoto en el "cuaderno de marrón" titulado Actos de templanza el fragmento "Sesenta y dos": "En la lejana sombra hay hombres que se cruzan". El poeta vuelve al ser, al origen de sí, al canto de la semilla.
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Brahms reconcilia lo más recóndito de mí con lo más evidente de mí.
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De lectores. Afirma Hesse, en un pasaje hermoso y colmado de sensibilidad, lo siguiente: "El que carece de sensibilidad para el verso tampoco percibirá, al leer buena prosa, los valores más exquisitos y el encanto y la belleza del lenguaje".