miércoles, 21 de agosto de 2013

ME interesan mucho los paralelismos entre la vida ascética y la vida comprendida desde el arte. Los dos términos que se repiten en cualquier bibliografía que aborda los asuntos son: silencio y soledad. 
Estas condiciones de exploración del mortal son una evidencia para el que se acerca abandonado de sí, desde la pureza o desde la ambición de verdad; al igual que es incomprensible para el que antepone la inmediatez y la vanagloria.
En ello me quedo suspendido tras leer el comienzo de El olvido de sí, de Pablo d´Ors. En la novela indaga en la vida de Charles de Foucauld, en cualquier individuo a fin de cuentas. Leo y anoto algunas consideraciones sobre la sobriedad, pero, sobre todo, aquellos pasajes en que se confunden lo sagrado y lo profano, lo real y lo misterioso.