AL FINAL, en el momento culminante de la literatura. uno siempre está solo. Es connatural al ejercicio de escribir y, creo con el tiempo, a vivir. La única enseñanza relevante de los últimos años y de toda mi vida ha sido el nacimiento de E. Ella descifra, cada día, en cada momento, qué es la vida como antes nunca nada ni nadie me lo había mostrado. Ella contiene todos los enigmas; sus acciones son en plenitud, sus palabras, la mirada quieta de esta mañana, sus manos rozando mi cara, su actitud frente a la naturaleza, los animales, la música, las letras, la lluvia...todo, de una dimensión ya perdida para el hombre adulto. Ella es la suficiencia perdida, el origen encarnado. El resto, el mundo de los lobos y de la vanidad.
En ella compruebo que nosotros perdimos en el camino gran parte de lo que somos y además, la capacidad de poseer esa consciencia. Por eso la abrazo todos los días, la beso, la adoro, la mimo. Ella es la piel del mundo y el cofre secreto de mi identidad.