ES la búsqueda de armonía, es la condición del mortal. El origen que habita en nosotros, pues somos materia cósmica del origen: “He venido al mundo para contemplar el Cosmos“, decía Pitágoras de Samos.
Esa es nuestra causa y a ella debemos dirigirnos. Obviamente, la mortalidad instaura ciclos, idas y venidas, retornos, pero siempre tendrás en la consciencia la existencia de la verdad. Tú mismo eres verdad siempre que la vivas en la belleza verdadera. Hablábamos de William Blake, del poeta y el visionario; la voz que anunciaba que el mundo se pude ver en un grano de arena y que el Cielo es perceptible en la dimensiones de una flor silvestre; el hombre que anunciaba en poesía que el infinito se contiene en la palma de tu mano.
Hablamos de armonía, de otra dimensión del ser que no debe configurarse con los contemporáneos, debe edificarse desde la evidente Belleza naciente en lo antiguo. Los versos de Blake:
todo aparecería a los hombre como realmente es: infinito.
Pues el hombre se ha encerrado en sí mismo hasta ver
todas las cosas a través de las estrechas rendijas de su caverna.