Ha aparecido casi sin avisos, como del alba. Su amarilláceo cuerpo lo identifica de entre la niebla. Parece un desgarro solemne y taciturno. Pero el trigo, en esta mañana pura de primavera, el trigo, decía, ha venido a empapar los campos de espigas y a celebrar honores a los dioses fértiles. Con su himno danza como sueño quieto, con su himno persisto más allá de los ojos. De todo lo nombrado, lo que nunca se pronunció. Lo que nunca tuvo presencia ni aire, ni fue sueño de oboe. Lo que fue de la tierra callada y desdijo los amaneceres.
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Hoy he dejado de ser y he sido más yo que nunca.
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Variaciones de un tema sin fin, la vida.
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