viernes, 19 de agosto de 2011

Termino de leer El gato encerrado, de Trapiello y me satisface comprobar cómo uno, en sus inicios, solo tiene la posibilidad de ir apuntando sus logros, de ir sosteniendo un estilo que siempre puede mejorarse. Es lo que ocurre en este libro iniciático, están presentes todas las melodías que se desarrollarán años después -como se anticipan en una obertura sinfónica-. También se presentan algunas de las cualidades que, tomos más tarde, consigue afinar el escritor de marras e, igualmente, se ofrecen asuntos que nunca vuelven a ser tratados con la misma voluntad. Ha sido una lectura gratificante, pues comprueba uno que, en estos escritores admirados, hubo un tiempo de aprendizaje y de marros.

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Como no existen ya los amigos que puedan presentarte a tal o cual escritor (o si existen no me interesan los escritores de turno), como no existe la reunión de escritores en que se pueda actuar como aprendiz, con la boca cerrada y las ideas en tensión, he podido escribirle al escritor P.D´ors directamente. Lo menciono en estas páginas ya que su obra me parece de lo más destacado del último panorama literario en nuestras letras; desde luego una obra hacinada desde la inteligencia, escrita con virtud, con conocimientos bien administrados y, sobre todo, sin concesiones a lo que es habitual en el mercadeo editorial. Una literatura que emana, en cualquier libro, el aroma de la literatura. El diálogo ha sido corto, pero fructífero, pues ya tengo sobre la mesa y a la espera El estreno.

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Quizás debería comenzar a leer de otra manera, despojándome de todo pertrecho analítico y dejando fluir la pasión que todo lector encierra en sus actuaciones. Es cierto que ese fervor puede ayudar a comenzar con brío, pero me sucede una cosa extraña, que no tendría que acontecer con tanta fuerza. Cuando termino de leer un libro, necesito tener los resortes suficientes como lector para poder ofrecer una lectura severa, exhaustiva, que transmita con la mayor exactitud la opinión que sostengo y, además, que argumente todo ello. Consiste en la descripción de una geografía con las fotos exactas de sus accidentes.

A decir verdad, casi siempre me quedo en el primer paso: realizar una lectura exhaustiva, pero casi nunca logro alcanzar el segundo, argumentar la opinión. Soy, cómo no, un lector expositivo, como tantos otros

Así las cosas, debería uno aprender a conformarse con ese acercamiento al fenómeno literario, debería uno aprender a degustar únicamente el tanteo, el deleite de leer sin más ni más y a olvidar, por qué no, el lápiz toda vez que agarro un libro.

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