HOY le he ido mostrando el mundo a E. poco a poco. Ella se mostraba asombrada de su pequeñez y de su infinita presencia, es decir, de la paradoja que habita en cada uno de nosotros. Ha durado unos minutos: primero ha visto una a roja, después un b azul, posteriormente una d marrón...así hasta la z. Nada existe, para los occidentales, fuera de esa tabla, el alfabeto. Al terminar de mostrárselo, he comprobado que esa es nuestra consciencia del mundo desde el nacimiento.