domingo, 30 de septiembre de 2012

SÉNECA  se dirige a Polibio en De consolación con los siguientes términos: "manos mortales, ¿qué cosa podrán hacer que sea inmortal?". Estas líneas las enlazo, en un salto semántico, con las que cierran el Libro séptima, De la pobreza, en la que podemos leer lo siguiente: "Las riquezas, los honores, los mandos y todas las demás cosas que por opinión de los hombres son estimadas, abstraen de lo justo".
Opinión de los hombres, doxa que denunciaría Platón, alejan de la esencia. Todo alejamiento es una perversión que se vuelve incontrolada, que construye lo que nos envolverá en la confusión y la vanidad.  Nada de esta actitud pertenece a las artes, pues los grandes artistas supieron ser lejos de sí mismos, supieron dictar su muerte en la vida y el pensamiento artístico. Ser hombre pensado, ajeno, desposeído de todo y crear movido por un misterio insondable que no escogemos. ¡Ay de los que se creen poetas, ay de los que piensan que su nombre vale algo en un papel, ay de ellos!  


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LA obra literaria debe contener un espíritu que la impulse desde la verdad de su existencia. Esa sustancia impregna la obra, las palabras, las ideas que laminan los versos o las prosas. El lector virtuoso sabrá apreciarlo con rapidez, pues el arte convocan las almas en lo bello. 

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E. me enseña, cada día, el mundo. La realidad es mirar la realidad: entendimiento. E. y A. nos enseñan, como filósofos estoicos, desde el origen de la vida, pues ellos lo contienen todavía. Nos lo muestra a los ojos y eso es maravilla. Es vita nuova, lo que M.Z. llamaba el culmen del arte, pues se mixturan las formas de expresar el mundo en una sola voz.