ANTES de salir camino del hospital, acerté al introducir en el bolso el libro Platero y yo. No tenía claro si debía llevar conmigo algún libro de poemas o si era mejor seleccionar un volumen de cuentos y relatos. Finalmente, opté por el libro de J.R.J. que media entre una y otra naturaleza literaria.
Antes de que el doctor Ramírez Temblador me tuviera delante de sí estuve leyendo y recordando algunos pasajes de la vida del poeta. Recuerda Predmore la entrevista que le realizaron a JRJ en Puerto Rico. Más allá de su adhesión explícita a la República que menciona después de estas palabras con mucha claridad, y que tan pocas veces se han recordado, el poeta expresa lo siguiente a la pregunta: " Yo no soy político. Soy un poeta".
Pensaba en ello mientras una señorita me clavaba una aguja en el trasero. Lo que sucedió después fue una ensoñación, pues no pude aguantar en pie y tuvieron que tumbarme en la camilla. De pronto, le puse cara al doctor Simarro y pude percibir el olor a humedad de la colina de los chopos. Estuve rodeado por unos momentos.
Una vez en la sala de espera, alentado por una mejoría efervescente, terminé espigando entre las páginas del libro aquellos fragmentos que el ánimo me imponía. "El eclipse", "Paisaje grana", "El niño y el agua" o "El pan" se sucedían en un carrusel acompasado con el atardecer y con la desgana que imperaba en mi persona.