EL POETA debe orientarse hacia el misterio; debe incardinar su voz en la palabra cuando esta se hace claridad. En la búsqueda, en el proceso de metamorfosis, el poeta recibe el vislumbre del centro indudable. Puede que el verbo jamás suceda tras ello, pero debe quedar, para siempre, en todo, permanente, el afán de verdad y el relato ético.
JOHAN Melchior Molter suena en
toda la casa. Hoy, -que ni M.C. ni E. están conmigo- las recupero otorgándoles,
a estos prodigiosos pentagramas, lo que Octavio Paz llamaba “la casa de la
presencia”. Cuando lleguen las dos escucharemos esta música de Molter como lo
hicimos el otro día con Verdi, Corelli y Bach. Aunque, al escuchar esta música,
parece que los tres nos encontramos, por la gracia de la cuántica, en un estado
y un territorio compartido.
Mientras leo algunas páginas en
italiano de Zibaldone, proyecto, junto al retrato de Leopardi, un jardín
armonioso. Il giardino armónico.