COMO decía Víctor Hugo, hay un momento hermoso en la vida de cada cual y sucede cuando a las ideas les llega su tiempo. Y ese tiempo no se refiere tan solo al devenir de las sociedades, sino a las de la vida de cualquier individuo. Surge un impulso renovado irrefrenable que se sustenta en las ideas que se han venido manteniendo. Alrededor de ellas no queda nadie, tan solo una alegórica ficción de uno mismo. En busca de esa estela comienzo la singladura, como si hoy fuera la primera vez que estuviera escribiendo y leyendo y pensando (¿no lo es acaso en realidad?). Mantengo la antorcha al frente y en alto, con los brazos extendidos, invocando a la tierra el susurro mineral y edificante de su naturaleza.
En fluir no mortal de leyenda y de historia, colmena de musical dulzor, recito de memoria, en susurro, sibilante, las palabras de Platón: "Un hombre que no arriesga nada por sus ideas, o no valen nada sus ideas, o no vale nada el hombre".