TRANSITORIOS, pero con la fuerza de la mudanza. Existen momentos de reconversión, en los que hay que realizar renuncias y, al mismo tiempo, apuestas. Eso mismo sucede en las artes, el poeta, por ejemplo, aun circundando los mismos parajes temáticos, debe querer adentrarse en el bosque con un machete distinto, con una claridad diversa, con las tripas revueltas ante lo desconocido.
En ese tiempo, todo es temblor, pero no debe el poeta olvidar las certezas y las convicciones, para poner en solfa precisamente, para comprobar hasta qué punto las sombras eran especulares o verdaderas. No hay más, el don viene del cielo y no se escoge; por mucho que lo desees, el talento, la gracia, el genio sobreviene y pocos son los que lo despliegan.
Forzar la creación literaria es una representación de la vanidad.