martes, 29 de noviembre de 2016

San Agustín lee a Cioran y termina en desmayo mientras J.R.J. los lleva por el centro indudable

PARA EL CASO, el lo mismo. El hombre comienza a razonar lo que le sucede y lo que cree que acontece a su alrededor. En el punto en que decide manifestar y expresar esa experiencia acude a la palabra. La palabra es la estación primera ya que es natural al mortal el verbo. Sin embargo, a poco que profundiza en esa experiencia, sea del pelaje que sea, cae en la cuenta de que la palabra posee sus propios mecanismos de entendimiento y que esos mecanismos no se corresponden con el hecho en sí. 
El hecho en sí posee su naturaleza y esta no es verbal y, por tanto, no puede comunicarse a través de los rudimentos sintácticos.
He aquí, llegado a este punto, el momento en que el poeta viene a manifestarse. Si la condición no es natural, habrá un halago y una condescendencia con todo lo que es sin más, la experiencia en sí es ya una totalidad. Por contra, el poeta urge a comunicar la experiencia porque no puede hacer otra cosa más que estéticamente ser en su ética. 
En este paradigma, la excepción, el culmen reside en callar y ser silente aun evidenciando que es poeta. No todos los silencios valen lo mismo, no todos los que deciden callar un día son poetas, no todos los que escriben, por el hecho de escribir, son poetas. Estamos en un territorio de círculos concéntricos, complejos, incomprensibles a priori
Y estos son los casos de San Agustín y de Cioran, por poner dos hombres de tiempos distantes y concepciones diversas. Uno y otro acuden finalmente al verbo, mas  manifestando la falsedad primera de esa palabra. San Agustín utiliza una expresión feliz tomada de Josué 1,8: "no se apartaban de sus bocas, pero solo en cuanto al sonido y al ruido de la boca: su corazón, por lo demás, estaba vacío de verdad". 
Cioran en El libro de las quimeras expresa lo siguiente: "la suspensión total del tiempo: el mundo se crea en nosotros. [...] Éxtasis divino: en nosotros empieza el tiempo. La sensación del primer instante...Luego, los instantes que caen en el tiempo como las lágrimas en el alma".

Prefiero hablar, de un tiempo a esta parte, de incapacidad verbal mejor que de insuficiencia. El verbo puede manifestar y comunicar al máximo para nosotros unos círculos de la realidad, pero no todos. Los concéntricos y polifónicos se le escapan, no les pertenece y, por tanto, existen otras edificaciones que pueden acercase más a su naturaleza, por ejemplo, la música. 

Finalmente, pienso que entre uno y otro existe otra vertiente de esta indagación en el ser: es la estética. En ella entra la poesía como alta manifestación. No hay más que acudir a un poema de J.R.J. o de Rilke para percatarse de esto mismo. Sin embargo, en estas construcciones, anida un propósito de belleza y verdad con el artificio poético. La propia condición plurisignificativa de estos discursos ha hecho que se tomen como expresiones ulteriores de la condición humana, pues exceden los significados primarios e inmediatos de las palabras para colocarlas en el Tiempo. 
En un poema predilecto para mí de J.R.J., "Desde dentro", podemos leer los siguiente: 

[...]
no tiendo ya hacia fuera
mis manos. Lo infinito
está dentro. Yo soy
el horizonte recojido.
Ella, Poesía, Amor, el centro
indudable.