lunes, 26 de diciembre de 2011

RETENIDO por un verso de Garcilaso, pretendo concentrarme en la lectura. Junto a la biografía de Caravaggio, manuscritos, María Zambrano, Unamuno y A. Colinas. Estudio en el sótano desde hace un año. Está ocupado por una parte de la biblioteca, dos sofás, una mesa de grandes dimensiones y algunos chismes almacenados como restos de la batalla. Una mesa supletoria sostiene algunos diccionarios predilectos.
En este sitio, la música lo invade todo como un sofoco repentino. Su eco, su eco interminable produce una extrañeza a quien escucha, estos días, a Corelli y luego a Vivaldi.
Con todo, transcribo en el cuaderno unos versos de Petrarca cuyo enigma refulge en este apartamiento para iluminarlo todo: “Che fai, alma? Che pensi? Avrem mai pace?”

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VIVIR en la triste memoria del fracaso. Sea esta, quizás, la única forma verdadera de entender el mundo. Vivir en la tentación continua del fracaso para comprendernos mejor, pues la finitud es un ocaso que comienza desde que nos llega la vida.

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LA mañana. Silencio. Soledad... la plenitud indudable.